jueves, 26 de febrero de 2009

Puebla Pachuca o de los partidos que valen la pena

Miércoles 18 de Febrero. Día fatídico. Día de ultimátum en la escuela en que trabajo. Mis alumnos de primero de secundaria se comportaron como verdaderos animales, de los n
o domesticados. Y en medio de la segunda hora de clases, entra una llamada. Mi papá, que desde un día antes estaba en Puebla y que tenía mucho tiempo que no iba al estadio. O sea, que me invitaba. No pude decir nada, ni sí ni no, porque los engendros empezaron a gritar que estaba prohibido usar celulares, que no era justo y demás etcéteras. Así que colgué sin más. Al terminar la clase salí corriendo y le marqué. Sí quiero ir. Me dijo que ya lo sabía, pero que tenía que constatar, y que debía limpiar la casa -que tenía 2 semanas sin el mínimo esfuerzo de lavar los trastes siquiera- y que debía estar a las 7 en determinado lugar para que nos llevaran y así sólo tuviéramos que pagar un estacionamiento.
Pero yo estaba deshecho. El ultimátum realmente me contrarió, no tanto porque no quiera que me corran, sino por la mala leche con que me lo dijeron. No tienes control de grupo. No enseñas nada -y en verdad me estaba esforzando- y los papás se quejan. Así que hice lo más lógico. Me eché en la cama y me quedé dormido más o menos 3 horas. Desperté y comí cualquier cosa -y parece que ese es el menú en mi casa- para empezar a limpiar a las 17.10. Obviamente no me  dio tiempo de todo, así que hice lo más indispensable. Barrí, trapeé, lavé sólo un baño, puse ropa en la lavadora y lavé la mitad de los trastes. Mi papá llegó a las 18.00 y miró sentadito cómo limpiaba. 18.30 dejé la lavadora haciendo el último enjuague. Me puse una playera, una chamarra, y salimos al estadio.
Y, como era de esperarse, el amigo de mi papá con el que iríamos llegó tarde. Citó a las 19 y llego a las 20. Además, una cuarta invitada tuvo la brillante idea de llevar su auto, así que pasamos a dejarlo. Para cuando nos encaminamos al estadio, todos los accesos estaban atascados. Como en las mejores épocas, dijo mi papá. Como cuando vio al Puebla campeón, o el mundial del 70 o un gran partido contra el américa -que yo también recuerdo- con Rabaidja todavía en la puerta. El partido comenzó a las 21, y a esa hora apenas entrábamos a la zona de estacionamientos. Prendieron la radio, y mi papá pidió la 1250 pero no se escuchaba, así que pusieron la 1170. Me acordé de renato, que me dijo que los partidos del puebla se escuchan en la XECD pero no estoy de acuerdo. En un mano a mano Chásari vs. Beto Fabris me quedo con Beto Fabris. Era imposible encontrar estacionamiento, así que nos quedamos en la calle. De camino a las gradas escuchamos una exclamación como de gol, pero exclamación apagada.
Finalmente entramos, más o menos al minuto quince del primer tiempo. Estadio lleno al tope, casi todos por el Puebla. Hacía frío, pero no se sentía entre suspiros, chiflidos y gritos varios. 
El primer tiempo el Puebla estuvo sobre el pachuca, una y otra vez tiros cercanos, cabezazos a las manos, remates apenas desviados. Hasta que el bola gonzález remató en el aire, saltando como se debe, y la metió. Todos gritamos, pero el árbitro -archundia- anuló el gol. Así que gritamos más. Terminó el primer tiempo y el puebla no lo lograba. 
Medio tiempo. Hora de pararse y ver a los que te rodean, mirar a los que se emocionan cuando salen las porristas, los que les sacan fotos, chiflan y les toman video. Reirse un poco pero mirar también, de reojo, a las porristas. Y luego, los jugadores regresan.
Y a los 45 segundos de iniciado, el abucheo general. Gol de chema cárdenas, dormilón, apenas con la suficiente fuerza como para entrar en el marco, la pelota burlándose de todos nosotros. Parecía que todo estaba perdido. Cheliz sacó al uruguayo Acosta y metió al mocho santiago fernández. La defensa estaba deshecha, osorno no corría, el hondureño núñez fallaba todo, y otro gol anulado. En verdad, todo estaba perdido.
Hasta que de la nada, Núñez se cambia de banda, dribla a un par de jugadores, y suelta un zapatazo a la entrada del área grande. La pelota se mete en el ángulo izquierdo del portero, con coraje, con la espina de la falla del primer tiempo. Todos nos levantamos, gritamos, celebramos como desde hace mucho no lo hacíamos. El puebla dominaba, arriesgando todo por otro gol, que cayó en los últimos cinco minutos del partido. Gol del bola, el certero, el de siempre. Y sólo hasta aquí, mi papá y yo nos enteramos de que iban empatados, que en el minuto dos el chaco había metido gol, y que ahora el puebla lograba empatar. Terminamos el partido afónicos, vitoreando cada pase, cada drible del hondureño núñez, cada defectuoso sprint del abuelo osorno. Empate con sabor a triunfo, con sabor a gloria, a esperanza. Empate con ganas de seguir gritando, y de que mañana no hubiera clases. Carajo.
















lunes, 23 de febrero de 2009

Previo

Por fin terminó la semana. No es que quisiera que terminara, sino que pasaron tantas cosas que será difícil digerirlo todo. Primero el futbol, luego Beirut, luego un poquito de fiesta, huaraches de mercado, libros y varias películas. No diré todo aquí, y dependiendo de cada lector este post tendrá su significado. Sólo diré que tengo ojeras enormes, fotos y videos. Quería subirlos a Facebook o a youtube, pero la conexión en la que ahora estoy es pésima, así que habrá que esperar. Además, debo digerir, y por si fuera poco, debo regresar a la tesis. Demasiado para una sola semana, no?

jueves, 19 de febrero de 2009

Amenazas

Ayer fue un día rarísimo. En la escuela me regañaron y me amenazaron con correrme por culpa de los engendros de primero. Que se quejan de mí porque no enseño nada -ve tú a saber si sea cierto-, y porque no tengo control de grupo. Justo en su clase -10.00 a 11.20- me llamó mi papá para preguntarme si quería ir al futbol con él. A las 21 horas, lo cual significaba que regresaríamos como a las 24 o 0, según se quiera ver, lo cual implica que me dormiría tarde, y lo que es peor, que el día siguiente estaría marcado por un genio mío de los mil carajos. Pero no contaba con que sería un gran partido y que hoy estoy preparando mi defensa para seguir chambeando. Si me voy, me voy porque renuncie, no porque me corran. Así que amenazo con quedarme, con dormir poco este fin y con ser muuuy estricto en clases. Ah, y con la crónica del Puebla-Pachuca. Advertidos estamos 

martes, 17 de febrero de 2009

Round about music

Hay días grises y personas grises. Días con sueño acumulado, con el cansancio de los días sobre las piernas. Días en que no vemos a las personas que queremos y peor aún, que nos sentamos en la cama sin ganas de hacer nada, mirando a la ventana -sí, es una referencia, ya lo sabes- y creyendo que es terrible mirar a la ventana pensando en la gente que queremos. Sólo que no hay ventana. Y hay gente que en sí misma es gris, que nos contagia lo nublado de sus mediosdías -me acuerdo del video que puso hace un poco G. Pero hay días, como hoy que son grises y se oscurecen con noticias. Días en los que la gente que brilla y que admiramos se apaga.
No que se haya muerto alguien recientemente, sino que hoy es el aniversario 27 de la muerte de Thelonious Monk. Y es un día oscurísimo. Un día para tirarse en la cama y pensar en la magia de sus manos, en lo que nos perdimos por no haber nacido 50 años antes, en la excentricidad como forma de vida, como forma de crear, como visión del mundo. Excentricidad desde adentro.
Pienso en Round About Midnight, una canción de la que llegué a tener 12 diferentes versiones. Pienso en "In walked Bud" en versión del Underground, con la única colaboración de Jon Hendrics en su vida. Pienso que Monk es demasiado difícil de escuchar, pero sin él no escucharíamos ni la mitad de lo que hoy podemos. Pienso en el hecho de que a él también me lo presentó Cortázar -en la vuelta al día, creo que el blanco- y ya no quiero seguir pensando. Monk es tan grande que se necesita talento para escucharlo como se debe. Yo, lamentablemente no lo tengo, pero de todas maneras lo admiro, lo recuerdo, y en cierta bizarra medida siento que lo extraño. Pongo una imagen imprimí en tamaño carta el día que compré mi primer disco de Monk, y me siento más triste, por el paso del tiempo. Y por round about midnight.

 




domingo, 15 de febrero de 2009

el sabroseo como deporte

Dato imaginario que no está muy lejos de ser cierto: 9 de cada 10 hombres voltean a mirar -sea como sea la mirada- a una mujer cuando les parece atractiva. El 1 hombre restante, o está ciego -lo cual no impide que volteé, porque las mujeres también son atractivas por el olor- o de plano no le gustan las mujeres. Los lectores masculinos seguramente me darán la razón. Las mujeres -según sean muy atractivas, menos atractivas- también pueden constatarlo. Los hombres volteamos instintiva, e inevitablemente a mirar a las mujeres. 
A grandes rasgos podríamos definir esta acción como sabroseo. No hay que confundir el sabroseo con el piropo, aunque el piropo es el paso subsecuente -y lógico- al sabroseo. Así pues, podemos entender el sabroseo como mirar a una persona -sin importar el género del sujeto en el que se origina la mirada ni el del sujeto receptor- con el fin de enjuiciarla, sea por su físico, por la ropa, -o más precisamente, por cómo se le ve la ropa gracias al físico-, o con fines protosexuales y de demostración-marcación de status en cierto grupo.
Si bien, es cierto que algunas mujeres lo entienden y practican regularmente, existen algunas personas -y para ser justos, no sólo mujeres- que piensan que el sabroseo es algo vulgar, un acto de perversión propio de léperos, o peor aún, lo relacionar directamente con la digna y vilipendiada profesión de albañil. Nada más alejado de la realidad. Y me explico:
  1. Todos miran al sexo opuesto -o, en su caso, al sexo de su preferencia- constantemente. Pasa una chica y la miramos, la medimos con los ojos, nos aseguramos de que todo esté en su lugar, y en el mejor de los casos, que esté magistralmente colocado. TODOS lo hacemos. Lo hacen los profesores universitarios, los soldados, el rey de España, el maestro albañil y su chalán. Felipe Calderón y Andrés Manuel López Obrador lo hacen, cada uno a su manera. Y es precisamente eso -la manera- el segundo punto. 
  2. Mi mamá me enseñó de niño que "en la forma de pedir está el dar". La forma de sabrosear dice mucho de la formación escolar y familiar, así como del entorno en que nos movemos. Pongamos como ejemplo, precisamente al profesor universitario promedio -porque sabemos que algunos son especialmente grotescos en su forma de sabrosear- y a su grupo de alumnos menos brillantes. El profesor mira discretamente a la señorita que, inexplicable pero bellamente lleva una falda cortísima en invierno. Mira de reojo mientras pasa lista, y vuelve a mirar al menos diez veces a lo largo de la clase. Pero lo hace discretamente porque hay un par de palabritas que lo aterran: acoso sexual. Sin embargo, el sabroseo se lleva a cabo. Por otro lado, el grupo de estudiantes mira fijamente a la señorita; la rondan, le tiran sus cosas para que tenga que agacharse a levantarlas. No escatiman en miradas y de vez en cuando sueltan ruidos y frases -me viene a la mente el ay pero qué sabrrrroso, pero qué rrrrico del buen Gen-am o el típico sssssssssss. Para el caso, podemos decir que los códigos ampliados y restringidos de Bernstein también se aplican en el sabroseo -para los esquisitos, los del código ampliado son aquellos que saben adecuarse, y lo mismo miran disimuladamente que sueltan un largo y tendido siseo que les sale del alma.
  3. Pese a lo que pueda creerse, el sabroseo no representa el deseo sexual, al menos no directamente. O mejor dicho, entre más descaradamente sabroseamos a alguien, menos posibilidades tendremos de entablar una relación -o siquiera una conversación con ese/a alguien. De hecho, creo que los hombres sabroseamos más a gusto a las mujeres que nos parecen inalcanzables, sea porque no están en nuestras ligas o porque solamente van pasando. Sabroseamos a las mujeres a las que no seguiremos, no les haremos la plática, etc. Así que no hay nada más vergonzoso que encontrarse a una persona a la que hemos sabroseado, o mejor dicho, a una persona que nos ha torcido -es decir sorprendido- sabroseándola, y tener que hablar como si nada hubiera pasado por alguna terrible circunstancia.
  4. Un sabroseo con intención de algo más, y sobre todo con posibilidades, ya no es sabroseo, sino que se vuelve coqueteo o flirteo. El sabroseo es la mayor demostración de la desesperanza en las relaciones con el sexo opuesto.
Así que la próxima vez que sabrosee discretamente a alguien, piense en esto. ¿De verdad quiero manejar un código restringido de sabroseo? ¿Me perderé la posibilidad de soltar un piropo, o de sisear mientras un ejemplar de colección del sexo opuesto pasa frente a mí? Yo le recomiendo que amplíe sus horizontes, que pruebe cosas nuevas, que piense formas novedosas de sabrosear. Ya verá que así sabrosear es más sabroso

martes, 10 de febrero de 2009

Tarjetita de san valentín adelantada

Be my valentine. No me deprime pero tampoco me emociona. El sábado es el día de san Valentín -el santo alcahuete- y desde la semana pasada se siente en la atmósfera -o más bien en las tiendas- que el día L -L de love is in the air- se aproxima. Yo, que no tengo novia y que si tuviera no le regalaría, he decidido hacer mi tarjeta personalizada. Y sólo como acotación, mi mamá siempre me dijo que tengo un corazón de pollo. Como puede observarse, es cierto.
Un abrazo a los lectores. Un beso a los que quiero. Una patada en los testículos -o en las nalgas- a aquellos espías que entran pero que no me caen bien. Y les propongo a todos que en lugar de valentín, celebremos a nuestra señora de la Esperanza, que en estos tiempos nos vendría mejor. He dicho.

lunes, 9 de febrero de 2009

La quinceañera -no se enojen por las fotos, al fin que sí están bonitas, salvo por mi cara de exconvicto-

Estoy cansado. Me duelen las piernas, las manos, la cabeza. Se me cierran los ojos de sueño. Estoy cansado, pero feliz, porque es uno de esos cansancios de felicidad, que podrían describirse como el cansancio necesario cuando uno es feliz y se deprime sólo un poco para poder seguir siendo feliz. Ya el lector se habrá dado cuenta que el tono de mis posts era de extrema felicidad, así que no lo extenuaré con descripciones, que por lo demás serían extensivas de ese estado de alegría semivegetativa, salvo por el punto de que no dormí mucho el fin de semana y que bailé salsa.
No que yo sea un ás de la pista, sino que la situación lo ameritaba. Celebramos el cumpleaños de Areli, una de las personas más constantes en el top ten de las personas importantes de mis últimos años. Areli, la que fungió como madre para mí durante mis veranos en el DF, la que se preocupa por mi salud sentimental. Mi querida Areli. Y celebramos que cumpliría años -precisamente hoy-, y que lo haría bien conservada. Ese fue el tema de la fiesta. Bailamos, comimos y bebimos en honor a las conservaciones. Que se conserve bien, que nos conserve a los que los queremos, que conserve los ánimos y el aguante -aguante locoooo- que hasta ahora ha demostrado. Cumplir años así -no se engañe el lector, en verdad es muy joven, lo de conservarse es burla involuntaria- y estar cansado por eso se disculpa. Y se disfruta. Salud quinceañera.



domingo, 8 de febrero de 2009

La hora de la nostalgia o a dónde va toda la gente?


Este fin de semana, luego de muchas y muy variadas actividades en honor de Areli -quien a sus 28 se conserva muy bien- nos ha entrado la nostalgia. O mejor dicho, Areli y yo recordamos nostálgicamente y Daniel se rió de nosotros justo de dejar a M -quien por no tener blog ni fb no verá su nombre aquí. La nostalgia del poblánishment, porque pasamos justo frente a almacenes armenta y recordamos el anuncio de Gaspar Henaine Capulina -"Kaizer de Chignahuapan", no de Zacatlán- cantando A dónde va toda la gente? va para almacenes armenta... usted se despacha solo, y armenta le descuenta.
Recuerdo que ese era un comercial local y que lo veía mientras pasaban Tan amigos. Los poblanos me entenderán, y el resto del mundo acaso sabrá quién es capulina. El que hizo miles de películas con viruta, el que tuvo un show televisivo con Tinieblas. En lo personal, me caía muy mal por estúpido y por infantil. Nunca albureaba ni morboseaba a las mujeres. Según mi papá, capulina era el rey del humor blanco. A mi me encantaba resortes, pero bueno, cada quien sus gustos.
Lo que resulta increible es que Almacenes Armenta siga en pie, vendiendo aunque ya no toda la gente vaya. He visto 2 tiendas últimamente, y las 2 abiertas. Así que eso de que uno se despache solo y la tienda le descuente debe tener su encanto.

jueves, 5 de febrero de 2009

Los adioses del Pilar Godoy FC


Miércoles 4 de febrero. 18.55. Me disculpo reiteradas veces por abandonar tan abruptamente las labores en la aduana vieja -edificio de la universidad- y salgo a caminar. Un frío del carajo. Paso a la biblioteca a saludar a Luisito y a pedirle que me disculpe con JG por no ir. Porque hoy es el día. Hoy es la semifinal. Camino al bulevar y espero a que pase el camión. Ruta 72, plaza dorada, san Isidro, CU. Me bajo en la esquina que desde hace ya un par de meses me recibe. Tiemblo, pero no de nervios, sino por el frío del carajo -de nuevo. Camino a la cancha, subo las escaleras. 7.45. Miro la cancha que nos espera, una cancha que me gusta mucho porque es más chica de lo normal y porque está en el tercer piso. Bajo a esperar. Miro llegar a mis compañeros. Primero Alí, el capitán, el 10 irreverente -sólo hay un 10 en este mundo-, luego Antulio, el 11, luego Chacho, el 8. Entrego los uniformes -que una parte de mi quincena me costaron- como en una ceremonia, con la derecha saludas y con la izquierda recibes. Fotos del recuerdo, porque estamos en semifinales, porque hoy nos rifamos.
Las 20 horas y sólo 4 jugadores. Nos falta el portero y su compinche. El pelón y el cuchara. Pero no importa, porque nos sentimos enteros, porque tenemos uniformes nuevos y porque, como en alguna celebración se dijo, ya estamos amalgamados. Miro a mis compañeros prepararse. Todos queremos parecer confiados, cancheros, colmilludos, pero hay algo que no convence. Tal vez el frío o las calcetas que parece que se romperán pronto. Tal vez es que el equipo está incompleto.
Llamadas a los compañeros, para que vengan, para que tengan en cuenta lo que se juega hoy; no solamente la semifinal, sino la hombría, el estreno cabalero de los uniformes vino y negro, vino como el de Maipó -barato y sabroso- que bebimos un viernes, después del mejor partido que hemos dado. Pero no llegarán. El cuchara dice que irá tan pronto salga de trabajar, pero algo en su voz es clarísimo. No vendrá. Así que somos cuatro. Cuatro contra ocho jovencitos atléticos -jeje. Cuatro contra el frío, contra el inglés que parece que pitará el partido. Cuatro contra cinco en cancha. Hora de decidir si llamamos a alguien o si nosotros solos enfrentamos el asunto. Y tal cual, vamos nosotros solos, nosotros cuatro, con nuestros uniformes nuevos, con cada vez un poquito más de esperanza.
Y como buenos cancheros, hacemos tiempo. Practicamos penaltys, dominamos, calentamos músculos. Pero nadie se engaña. Sabemos que el único calentamiento que necesitamos es el de tronco, para los recargones, empujones y empellones. La espera surte un poco de efecto. Llegó el árbitro. Un árbitro amable, que conoce de memoria nuestros nombres y que nos permite golpear, dar pisotones y codazos sin marcar gran cosa. Agradecemos por lo menos eso. Y seguimos haciendo tiempo, esperando algún milagro.
Y de milagros se hizo nuestro torneo. Porque comenzamos con un equipo crecido, hecho de puros muchachitos recién egresados, digamos -al tanteo- de la udla o la ibero o el tec. Llegaban en Audis, mercedes y bmw. Jugaron los primeros dos partidos y ganamos holgadamente. Pero ninguno de nosotros -los cuatro que aparecemos en la foto- jugó más de 10 minutos. Así que el capitán hizo alarde de su voluntad, de su coraje y de su intención de que jugáramos y les pidió que se retiraran. Empezamos de ceros. Juntamos a gente que conocíamos, que sabíamos que asistiría, y en total nos juntamos entre 7 y 8 por partido, salvo uno en el que sólo llegamos 4 y perdimos 25-4. Pero por lo demás, no volvimos a perder. Desde esa derrota, siempre ganamos. Siempre sufrimos, pero terminamos ganando. Por 1 o 2 goles, y en el mejor de los casos por 3. Cada semana mejorábamos, encontramos la alineación, las posiciones, el estilo adecuados. El último día de temporada regular fue mágico. El juego perfecto. Luego, vino el declive. Cuartos de final. Jueves a las 22 horas. Ganamos por maña y por coraje, además de la buena ejecución de los penales.
Sea como fuere, hoy estamos en la cancha. Esperando que algo ocurra. Con uniformes nuevos y un hombre menos, emocionados y con un frío del carajo. Y comenzamos ganando. Uno cero. Dos cero. Pero yo reclamo que los contrarios quieren madrugar, así que nos quitan un gol, porque surgió precisamente de un rebote en tiro libre. Seguimos con el juego. Cae el primer gol de ellos. El segundo. El tercero. Termina el primer tiempo. 7-1. No parece imposible, pero estamos quemados. Hemos corrido más de lo usual, y cada gol nos bajaba el ánimo considerablemente.
Segundo tiempo. Cambio de portero. Me pongo yo y llueven los goles. Se pone Antulio, y hacemos el último esfuerzo. Tiros libres que pasan cerca, remates a las manos del portero, y sólo logramos 3 o 4 goles más. Repartimos golpes, patadas, codazos y empujones como último recurso. Pero no nos sabe a nada. Termina el partido, y es imposible no hacer el comentario de los perdedores circunstanciales. Sí les ganábamos. Si hubiéramos estado completos. Estaban chavos.
Nos vestimos y salimos al estacionamiento, molidos el cuerpo y el ánimo, con ganas de jugar otra vez, enteros. En un karaoke de la planta baja se escuchaba "Somewhere over the rainbow-what a wonderful world" en versión de Kamak'awi Ole y me dieron ganas de cantar y de llorar pero no lo hice. Decidimos no volver a decir que pudimos haber ganado. Y nos fuimos a casa, con ganas de pelear, de gritar, de apedrear casas que nos quedaran de camino. Pero no lo hicimos.

***

Esa es mi crónica del torneo que ayer terminamos. Un torneo bizarro, porque se jugaba en una cancha muy chica y porque se llama "supercincos". Creo que mis compañeros de equipo me enviarán sus crónicas, así que prometo subirlas tan pronto las tenga. De cualquier manera, pongo ahora las crónicas del Pelón y el cuchara:









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No, no me equivoqué. Están en blanco. No hay nada. No pueden decir nada, porque no fueron. Lástima.

miércoles, 4 de febrero de 2009

El sonoro mugir de un bribón

Hace más o menos 15 años mi papá me contó -no sé si sea cierto, pero es una buena historia- que a Pérez Prado, uno de sus músicos favoritos, lo metieron a la cárcel -o por lo menos lo multaron o algo así- por alterar el ritmo del himno nacional mexicano. Sí, le puso mambo. A mí me sonaba excelente -mi papá lo cantaba con el ritmo.

Y me lo contó justo en los ensayos para un concurso de coros para himnos nacionales. Me tuve que aprender cuatro de las muchas estrofas, y desde entonces lo recuerdo perfectamente. Y sí, nuestras voces de soprano y contraalto -voces de niño pues- fueron bien dirigidas y ganamos el regional en Cd. Mante Tamaulipas.

¿Y ahora resulta que alguien puede cantar una versión, en pleno parque de pelota, sin que nadie haga nada? Es una falta de respeto, no contra los símbolos patrios sino contra todos aquellos que invariablemente cada lunes y a pesar del sueño, las inclemencias del tiempo y hasta de las enfermedades, hemos hecho honores a la bandera. Carajo. Mi infancia hubiera sido más bonita si hubiera sabido que se pueden cantar versiones del himno.

Pongo un clip de youtube. Ocurrió en la serie del Caribe. Nótese que el tono y ritmo empleados pretenden parecerse al ambiente "altamente sentido" que se escucha en el himno norteamericano -gringo pues-, sólo que pujado por un borracho de cepa.



Y para más carajos, la manera en que los venados de Mazatlán arrasaron otra vez con la liga del Pacífico. Creo que Lorenzo Buelnas está ahí. Pero de cualquier manera, Carajo.

lunes, 2 de febrero de 2009

Dos minutos


Me falló el vaticinio. Ganó Pittsburgh de manera contundente, y hasta épica. Roettlisberger es un mago de la escapatoria. Santonio Holmes reprodujo la maravillosa atrapada de Lynn Swann. La dupla Warner-Fitzgerald pareció despertar dos veces, pero en ambas terminó sumiéndose en dos baches, el segundo, a 1 minuto del final, de manera definitiva.
Pero ese no es el motivo principal de este post. Se trata más bien de una recriminación, de una queja que creo que se unirá a las miles de quejas de mexicanos y mexicanas que vimos los deportes ayer. Se trata de los dos minutos promocionales del ife, empujados a la fuerza en el comienzo de cada tiempo en el futbol y en el superbowl.
Pues ya está. No pensaba votar de cualquier manera -sigo resentido por el 2006-, pero ahora mi abstencionismo está mezclado con verdadero odio. ¿Por qué piensan que nos interesa saber si el pri, si el pan o el prd están mejor que nunca, si en verdad siguen siendo la misma mierda de siempre? Como nos dijo alguna vez un sabio de la fuerza pública: "no me molesta el acto, me molesta la mentira" -seguido del bellísimo verbo "miccionar". Carajo. Nos hemos aguantado por años las porquerías que hacen en nuestras narices; la corrupción, el saqueo, la violación de los derechos, la prepotencia, el nepotismo, la imposición y el engaño revestido de democracia. Y lo hemos hecho estóicamente, tal vez porque nos sentimos -o se sienten, yo no- un poquito culpables -tal vez sea nuestra culpa, tenemos el gobierno que merecemos- o porque nos da güeva meternos en algo tan sucio, sabiendo que obviamente sería más fácil matar al dinosaurio que curarlo.
Hemos aguantado, pues, hasta ahora. Podrán mantenernos en la miseria, con calles sin pavimentar, con casetas de autopista carísimas, con sueldos mínimos nimios, con impuestos estúpidos como el IETU. Y no hay problema. Pero meterse con los deportes ya es demasiado, señores. Cómo se atreven a vulnerarnos en el mero corazón, no sólo corazón como nucleo de sentimientos sino como músculo rector de nuestra vida, el ritmo que marca nuestras semanas, el único consuelo de los pobres? Cómo, interrumpir nuestros fines de semana con estupideces políticas? Es demasiado. Espero que las fuerzas vivas, el pueblo se levante. Esto merece una revolución, y vamos a triunfar porque la razón está de nuestro lado. Si no hacemos algo, pronto el ife se meterá a nuestras casas, nos anunciará los candidatos al virreinato entre la sopa y el segundo plato. Pondrán las imágenes del pripanperrede en el rollo del baño -y, como hoy, nos limpiaremos el culo con ellos-, en la caja de leche, en las caguamas. Si no hacemos algo, se meterán a interrumpir nuestros partidos llaneros, nos despertarán en el camión de regreso a casa, nos mandarán correos y se harán nuestros amigos en Feisbuc. Quien sabe, tal vez sean tan irrespetuosos que hasta interrumpirán los Simpson. Sé que suena inconcebible, pero así se empiezan las dictaduras.

domingo, 1 de febrero de 2009

Super domingo

Hoy es el supertazón. Sospecho que será un domingo de dimensiones épicas. Esperemos que sí. Contrario a la razón, creo que ganará Arizona. La dupla Warner-Fitzgerald -ah, pero qué bonito apellido- es mágica. Pero será una diferencia de no más de tres.
Hace poco me enteré que Obama le va a Pittsburgh por asuntos de inversión. Fox le iba al León y lo hizo descender. Esperemos que, hoy que el el Puebla recibe a Santos de Torreón, Felipe Calderón le vaya a Indios. Dios y yo, por supuesto, estamos con el Puebla aunque no sea nuestro equipo. Vamos franja.

tres cosas o la irrelevancia de los astros en mi vida


Como se habrá dado cuenta el querido lector, he dejado de postear tan seguido como solía. Eso puede significar dos cosas: o bien, ya me enganché con mi tesis, o la vida laboral me ha absorbido totalmente y ya ni pensar bloggeramente puedo. He de decir que un poco de ambas.
Creo que la gran ventaja, y tal vez hasta el gran logro de mi estado académico-laboral hoy en día radica en tres pequeños, pero importantísimos artefactos en la vida de todo ser humano civilizado. La televisión, la radio y el reproductor digital de música.
El primer gran éxito, el de la televisión, radica precisamente en que no tengo una. Pero no, no me confunda. No soy del tipo de personas que dicen que nunca ven tele porque eso es para los nacos, o para las mentes débiles, o para los borregos o aquello que la gente intelectual dice para quedar bien -y que por lo demás, tiene curiosamente al menos tres televisiones en su casa y una pantalla enorme en su cuarto. Más bien al contrario, pertenezco a la facción mayoritaria de las ya muchas pero no suficientes generaciones de mexicanos que crecieron pensando que la televisión era mejor que una mascota, y que indiscutiblemente era parte de la familia, aún más que los tíos o los abuelos. Los niños que llegábamos de la escuela y sin quitarnos el uniforme nos echábamos panza arriba a mirar las caricaturas, y que no parábamos hasta que pasara la familia telerín -o en su famélico caso, la familia telmex- sólo para hacer a medias la tarea y seguir mirándo la telera hasta que mamá nos gritara que ya estaba bueno de tanta tele.
No tengo tele porque nadie me ha regalado una, y ni mi sueldo de profe ni mi beca de alchichincle me permiten costeármela. Así que no tengo tele. No miro noticias, no veo el fut -aunque sí lo veo, para eso hay cantinas o la casa de mis padres- no miro bob esponja. Hay, pues, que reconocer que hay un dejo de ascetismo en mi vida actual, y está dado en gran medida por mi alejamiento de la televisión.
Segundo: El radio -sí, uso indiscriminadamente los artículos masculino y femenino, ¿y qué?. Si bien fui un niño televisivo -nunca televisado- mi mamá es una mujer de radio. Es una entre los pocos mexicanos que prefieren escuchar AM al FM a causa de la radio hablada. Mi mamá se levanta y escucha el noticiero radial. Luego le cambia a algun programa de comentarios, sean políticos o de espectáculos, da lo mismo. A las 13, pone de 1 a 3 con Jacobo Zabludowzky. Todos los días, de lunes a viernes. Y bueno, ¿qué hacer cuando no hay tele? Conformarse con la Radio. Escuchar los resultados de deportes en deportribuna, 1250 de am, o el programa de luchas con el niño águila en estadio W. Y escuchar como herencia de 1 a 3. Sé que sonará un poco tonto, pero siento que la radio me ha regresado -si es que alguna vez la tuve- la capacidad de reconstrucción mental de los hechos a partir de lo hablado. Es bonito y recomendable.
Tercero: El reproductor digital de música. Cuando me asaltaron -las dos veces- creo que lo que más me dolió fue perder mi música. La primera vez se llevaron, entre todas las demás cosas, una palm con tarjeta de 4 gigas, y mis audífonos de astronauta. Me dolió muchísimo. La segunda, la compu con 60 gigas de música y otra palm. Debo decir que mi vida, a diferencia de la de muchos otros, no la rigen los astros sino la música. Música para caminar en la calle, música para comer, para dormir, para leer, para escribir, para cocinar. Música para levantarse de buenas, o de malas, o para no levantarse. Así que podrá imaginarse el querido lector cuán grande suplicio fue para mí no tener música portatil. Ya lo he comentado anteriormente, pero lo digo de nuevo. Gracias a mi grabadora de voz por regresarme a la vida, por despegarme de la computadora y hacerme caminar por las calles -cuando no ando en bici, porque soy demasiado miedoso para hacerlo con audífonos. Gracias a Dave Matthews, a Ojos de Brujo, a Regina Spektor, a Jollie Holland, a Beirut, a Otto, a Béla Fleck & the flecktones, a John Zorn & Masada -the NY jews mothaf*cker, jaja- y a todos los demás músicos que están almacenados en la carpeta "mi música" de la computadora en la que ahora escribo. Como en los agradecimientos de los discos o de los libros. Gracias por hacer comible mi comida, por hacer tolerable mi madrugada para trabajar, por hacer menos cansado el regreso a casa. En pocas palabras, gracias por hacer posible mi vida, por editar sin saberlo, el soundtrack exacto para mi vida. Y como dice mi abuelita, gracias a Dios, mijito.