lunes, 30 de agosto de 2010

Los caminos de la vida, o la tradicional queja pre-cumpleañera

A estas alturas ya ni siquiera me acuerdo cuántas veces lo he hecho, pero al pensarlo, me doy cuenta de que ya es una costumbre para este blog que un día antes de cumplir años escriba un post recopilatorio sobre el último año, casi siempre quejándome de mi amarga existencia, de mi mala suerte, de mi zurdez. También me doy cuenta de que mi recuento siempre es demasiado fatalista, probablemente por el hecho de que mi cumpleaños está tan cerca del regreso a clases, lo que en los últimos tres o cuatro años ha significado fracasar rotundamente e intentarlo de nuevo, siempre intentarlo de nuevo. Aunque después de todo, creo que no se trata sólo de mí, que en realidad hay una atmósfera de insatisfacción en la gente y las cosas que me rodean, en los trabajos que he tenido, en las ideas que se me ocurren, en lo que espero de mí. mismo y de los otros.
Este año no tendría por qué ser distinto. Sigo siendo yo mismo, ni más ni menos, con otros trabajos o el mismo, con una familia, con una bicicleta prestada, con una cama individual y un refrigerador usualmente vacío. Sigo intentando ser aproximadamente feliz, con el mismo miedo tanto a lograrlo como no hacerlo, y sí, sigue siendo agosto. Me sigue preocupando que un día no sea honesto conmigo mismo, que me termine saboteando en cada relación amorosa posible hasta quedarme solo y sin nada que decir. Pero nada de eso importa ahora, porque aunque sigo creyendo que la mejor forma de alejarse de la decepción es no esperar nada, sigue creciendo un pequeño brote como el de esos frijoles que germinábamos en el kinder, el brote de la espera, de que las cosas me sorprendan y terminen siendo igual que como las he pensado: de la esperanza. 
Y como esto se aleja de nuestra tradicional queja pre-cumpleañera, mejor pondré ante ustedes, queridos lectores y lectoras, los regalos que espero recibir de ustedes –y que sé que no recibiré, porque siempre he tenido pésima suerte para los regalos– mañana, o en su defecto, el próximo año.
  • Una bicicleta vagabundo que tenga canastilla.
  • Un i-pad.
  • Un corno francés.
  • Un dobro (si está interesado, pregunte, sin compromiso).
  • unos zapatos bostonianos color miel.
  • Un sombrero de fieltro tipo dick tracy.
  • Una playera del barcelona de cuando maradona jugaba ahí.
  • una velada romántica con una muchacha que me guste desde siempre (la muchacha se regala por separado).
  • Que septiembre, octubre –excepto el 16– y noviembre pasen rápido.
  • Una dotación anual de café decente.
  • Un baño y corte para mi perra –que huele mal y parece rené higuita.
Espero sus regalos.

***

En lo que se deciden por cuál de todas las opciones regalarme, les pongo el último cóver de los forajidos fernández, tremendamente ad hoc con las celebraciones cumpleañeras. Al parecer pronto lograremos convertirnos en una banda real. A ver si es cierto.


1 comentario:

Anónimo dijo...

chido arreglo!