Por fin la selección nos da un poco de alegría. Desde su llegada a la selección, Javier Aguirre ha desconcertado a todo el mundo, pues parece estar como muerto, y quien verdaderamente dirige -y eso es un decir, porque ese señor no dirige ni su mirada- es Mario Carrillo a.k.a. termineitor, que le hace señas a los jugadores, aplaude, y da indicaciones hasta al ex técnico madrileño (puaj). Aguirre parece triste, mira el partido como si no quisiera estar allí, como si en realidad no estuviera. La prensa ha dicho que el entrenador ha cambiado, que se dio cuenta ahora que no le convenía esto, que no era tan fácil, que se arrepintió.

Y bueno, hoy, en el partido frente a Panamá, el valiente técnico finalmente reaccionó, pateándole la zona genital -a.k.a. las bolas- a un contrincante. En la tele todos se indignaron, pero yo, que en ese momento tuve claridad, revelaré la verdad. El vasco sale borracho a todos los partidos, y como borracho se mete en pleitos. Tiene cara de borracho, borracho introspectivo, y como buen borracho, se rodea de bravucones que lo defiendan. En este caso, Manuel Vidrio.

Así que, señores, no critiquen a Javier Aguirre, que todos alguna vez podríamos estar en su lugar. Una noche de malacopez no se le niega a nadie. Saluuuud, Javier Aguirre...