Definitivamente este debería ser un post sobre la conciencia social, la guerrilla, la independencia, la indignación por los festejos del bicentenario, la sospecha de una nueva revolución –love is in the air...– o en su defecto, una magnánime exaltación a la patria, a los héroes, a las obras inútiles del gobierno [sic] calderónico, y sabe Dios qué cuántas otras cosas más, pero lo cierto es que uno termina dándose cuenta de que, en realidad, sin importar la dirección en la que nos movamos como país –si es que alguien sigue pensando que estamos moviéndonos–, sin importar si uno le cree a tal o cual personaje, a este analista o a aquel monigote televisivo, este país se va a la mierda. Por decir lo menos, pues.
No es solamente la bellísima representación telenovelesca de nuestra independencia a cargo de los escritores de Televisa –los verdaderos premios nobel de méxico–, ni la histeria colectiva de ponerle al tequila, al vodka, al whiskey, a las papasabritas, los puentes prefabricados, las ligas futboleras, montones de colecciones editoriales y hasta las toallas femeninas el calificativo Bicentenario, no, sino que también estoy cansado –tan cansadísimo como se puede estar a los 25– de la crítica a las celebraciones, de los intentos siempre fallidos por llamar a la conciencia, de tanta queja –con o sin propuesta, a estas alturas da lo mismo–, de la actitud shalalalosa de pedirle al respetable un poco de cordura, como si tal cosa fuera posible a estas alturas.
Es muy sencillo. Este país está jodido y no tiene remedio. Ha estado jodido desde hace mucho tiempo, y cada generación ha puesto su granito de arena. Porque somos cobardes, porque tenemos blogs coquetos como el de su servilleta que hacen quejas de lo que "se debe", y lo dejamos ahí. Porque trabajamos en una escuela que seguramente se mantiene con dinero del narco, porque le mordemos la mano al cartel que nos da de comer. Porque le consideramos Padre a un tipo que ni siquiera pudo conservar su cabello en la cabeza –misma que el prócer perdió, como sabemos, en la albóndiga de granaditas.
Así que, querido lector o lectora, mañana justo cuando tenga en sus manos el tequila del bicentenario o las chalupas del bicentenario, cuando se dirija a la plaza del bicentenario ya para gritar viva méxico o muera el mal gobierno –ja ja–, considere que, haga lo que haga, está siendo manipulado por alguien. Y entonces piense en el amor, en las cosas bonitas de la vida, en Dios, en la poesía, en los hipsters, en el gol de maradona en el 86, en la muchacha de la que ha estado enamorado tanto tiempo –o el muchacho, si es que a esas vamos. O mejor, piense en que si está pensando en eso, es porque le está haciendo caso al patético autorcillo de este blog de cuarta, y le agradezco de antemano tan enorme honor. Y móntele un drama a quien esté cerca, que es lo que yo haría.
1 comentario:
Oooooh! Inspiración divina: el hada del maguey. Llego a la comclosión de que sí, todo está jodido, pero ayer di un gran paso, algo que nunca hice. Hay vientos de cambio ¿quién lo duda?
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