Quería escribir un largo y complicado post sobre Catulo y el hecho de que las versiones más reconocidas –al menos en México, al menos en lo poco que sé– fueran hechas por los dos poetas –vivos, y tal vez también entre los muertos– más importantes para mí, Ernesto Cardenal y Rubén Bonifaz Nuño, pero se me pasó el impulso y en la antología que leo ya pasé a Virgilio y entonces me empecé a aburrir. Luego, por azares de investigación preliminar –que se interponen misteriosamente entre mi tesis y yo– pensé algunas cosas sobre las tradiciones musicales y literarias y el hecho de que, contrario a muchos de mis contemporáneos y gracias a la férrea educación protestante de mi casa –al menos hasta los 15–, muchos de los referentes culturales fundamentales me son ajenos o tuve que aprenderlos después. Pero, entonces se fue el internet de mi casa y también de profética y ahora estoy en un café que ya cerró, así que pongo este post para que no se me olvide, y para decir que volví a tomar Los Perros Románticos de Bolaño y ahora me está gustando y hay dos o tres poemas que en verdad me conmueven. Así que, listo, está el recordatorio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario