Es jueves y ya estoy cansado. No me parece justo, porque de verdad tengo ganas de terminar el poemario que debí haber terminado hace tanto tiempo, y de leer cosas para mi tesis, y de emocionarme por todo ello. Pero, estoy cansado. Llego a mi casa después de trabajar con solamente ganas de meterme a la cama y dormir toda la tarde. Intento no hacerlo, intento obligarme a mantenerme en pie, pero no funciona. Porque estoy despierto pero no estoy, leo cada línea cuatro veces para poder entenderla, pienso otros poemas y cuando los quiero escribir se me olvidan, o simplemente se me van las ganas. Por ahora no se me ocurre ninguna razón para trabajar, no entiendo por qué la gente trabaja tanto. Tal vez el día de la quincena lo entienda. Espero.
***
De esos los poemas que pienso mientras voy en el camión, uno que sí logré escribir antes de que se me olvidara. Cualquier parecido con la realidad es parte del poema.
Un epigrama
A mí también Anel me gustaría escribirte
un epigrama de amor como el de Ernesto a Myriam
Pero de aquellos días
Anel
en los que tú me parecías tan bella
–tan bella que ni Myriam me lo hubiera parecido–
a duras penas
y me acuerdo
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