viernes, 21 de mayo de 2010

Post #300, o la melancolía de los correos viejos

A lo largo de la semana he estado planeando, para celebrar el post #300 de este su blog de confianza, un primer acercamiento téorico a las diferencias, cada vez menos claras pero aún así existentes, entre ser chairo y ser hispter en nuestro país. Sin embargo, tal vez por el trabajo, por flojera, o porque en definitiva es una labor casi enciclopédica, no he podido hacer nada. En vez de eso, hoy la nostalgia me atormentó y pasé prácticamente toda la tarde leyendo correos antiguos. No sé si a todo mundo le pase, pero mi memoria suele hacer que las cosas que pasaron hace, digamos, uno o dos o tres años, se sientan como si hubieran ocurrido hace 20. Es, definitivamente, muy raro darse cuenta de que apenas hace tres años me la pasaba todas las tardes en la casa de una persona, que durante un breve tiempo me parecía que no podría vivir sin ella –y otra–, que a alguien le escribía correos intensísimos, y, más allá de los contenidos cursis o melodramáticos, muy bonitos. Hoy no hablo con ninguna de esas personas. 
Seguro que si las encontrara y habláramos, me resultaría extrañísimo como si no fueran ellas. Seguro que no tendría nada que decirles, y que me ganarían las ganas de decir cosas hirientes. Pero lo cierto es que me da nostalgia pensar que, de todas las mujeres con las que he establecido "vínculos" de relación, terminan siendo extrañas a las que prácticamente nunca les volveré a hablar. No me encanta esta condición, pero esas han sido mis decisiones. Si ahora intentara restablecer contacto con alguna de ellas, nadie querría. O quién sabe. Al final de cuentas, me parece que el común denominador siempre es una palabrita, que se repite en los correos claves, en las conversaciones memorables, en las despedidas forzadas, que hizo que las cosas se echaran, siempre, inevitablemente, a perder. Cobardía. 
Así que si alguna de ustedes, muchachas alegres o tristes, de ojos enormes o pequeñitos, de piel morena y caderas anchas, de cabello lacio o chino o enrulado, de cuerpo menudito, vestidas de distancia o de faldas blancas o negras o grises, si alguna de ustedes lee este post, dése por aludida, y sonría. Ah, y si puede y quiere, perdóneme, por lo menos, la cobardía.

1 comentario:

G Velázquez dijo...

gran post #300

por eso yo no leo correos viejos... aunque ahí están, uno nunca sabe