Se acaba el año. Siempre he considerado bastante absurdo eso de hacer propósitos y promesas para el siguiente. Lo que sí me gusta hacer es la recapitulación, la cuenta de los días –check please, la pepena de la pena, pues. No lo haré hoy porque todavía hay mucho tiempo, pero sí me gustaría adelantar que hay un par –tal vez dos pares– de hallazgos/encuentros que celebro. Uno de ellos, quizás el más importante en asuntos académicos, es sobre todo un regreso, un reencuentro, y gira en torno a Ernesto Cardenal. Sí, he perdido mucho tiempo, he cometido muchos errores y todavía cometeré otros tantos más. Pero la sensación de ser feliz al hacer lo que me gusta, lo que me emociona independientemente de todo los alrededores, es una sensación que casi ni recordaba. Hoy, mientras leía a Cardenal en el receso de las clases, lo recordé. Leer algo, respirarlo profundo, sentir un ligerísimo escozor en los ojos, pasarse un dedo por los párpados para que nadie se de cuenta. Eso, señores y señoras, eso es la poesía.
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Y si usted no me cree, aquí la muestra. Un poema de Cardenal, parte de Gethsemani KY, un poemario muy contemplativo –obvio–, pero también muy real, muy vivo, especialmente para aquellos que estamos cerca de la fe cristiana. Y como bonus, The transfiguration de Sufjan Stevens, una verdadera obra maestra de música creyente contemporánea. Porque la fe no siempre significa anquilosamiento.
Como latas de cerveza vacías y colillasde cigarrillos apagados, han sido mis días.Como figuras que pasan por una pantalla de televisióny desaparecen, así ha pasado mi vida.Como los automóviles que pasan rápidos por las carreterascon risas de muchachas y música de radios.Y la belleza pasó rápida, como el modelo de los autosy las canciones de los radios que pasaron de moda.Y no ha quedado nada de aquellos días, nada,más que latas vacías y colillas apagadas,risas en fotos marchitas, boletos rotos,y el aserrín con que al amanecer barrieron los bares.(de Gethsemani KY)
http://www.youtube.com/watch?v=uxNiuuvIDbU
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