A este post lo he estado masticando por muchísimo y como el lector verá en el título, constará de 2 partes. Todo para justificarme como un resentido social.
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La semana pasada me enteré de que Michael Jordan ya está en el salón de la fama, y para celebrarlo (sic), miré algunos de los videos de esos que el youtube te recomienda cuando abres sesión. El año de novato, las mejores clavadas en partidos, los torneos de clavadas, los comerciales que en su momento llegaban a enchinarnos la piel a los basquetbolófilos. Y así es como me acordé de mi enorme y hoy casi superada obsesión por el basquetbol. Recuerdo que en segundo de primaria, en el preámbulo a las olimpiadas de Barcelona –las mejores olimpiadas de todos los tiempos, por Coby, la mascota más genial–, mi amigo Salvador y yo nos sabíamos el nombre de los 12 jugadores del dream team –Michael Jordan, Charles Barkley, John Stockton, David Robinson, Clide Drexler, Chris Mullin son los que recuerdo ahora–, y desde entonces comencé a memorizar datos inútiles y enfermizos sobre basquetbolistas de la NBA. Sabía los nombres, equipos, altura, puntos promedio, y número de ganados y perdidos por equipo. Ahora que lo pienso, puede ser que esa obsesión, si bien en ninguna manera puede ser considerada natural, sí era bastante extendida en aquel tiempo –los tenebrosos 90's. Películas de basquetbol, torneos nacionales, Space Jam –jaja–, y además TV azteca transmitía muchos partidos, deportv tenía una buena sección de análisis y hasta pasaban el NBA action, primero la versión gringa y luego una versión mexicana –buenísima, según recuerdo– con una chica guapetona y Alejandro Blanco, que ahora sale en sportscenter de ESPN. El asunto fundamental en ese entonces, el que te definía frente a la gente, era si le ibas a los imbatibles bulls o si preferías algún otro equipo. Los Suns de Barkley, los Knicks de Ewing, Los Blazers de Clyde Drexler, los Sonics de Kemp y Payton, el Magic del Shaq y Penny Hardaway. Yo siempre intentaba estar informado de todos, pero al final resultaba casi imposible no rendirle culto a los Bulls. Pippen, John Paxson, Steve Kerr, Horace Grant –que tenía un gemelo, Harvey, que jugaba para Orlando–, BJ Armstrong –cara de niño–, Tony Kukoc, Ron Harper, Luc Lonley y por supuesto, su Majestad del Aire, Michael Jordan. Eso era, para mí, los 90's.
Y bueno, obviamente, deseaba jugar en la NBA. Siempre estuve en los equipos de las escuelas en las que estuve, y, modestia a parte, no jugaba mal. En sexto de primaria fui tercer lugar estatal en Tamaulipas, y en 2 de secundaria primer lugar estatal de puebla. Sin embargo, justo después de ganar el estatal de Puebla, mi entrenador, como supongo que hacen muchos entrenadores, nos despidió a prácticamente todos, argumentando que nosotros todavía no estábamos listos para los nacionales. Nos dijo gracias y llamo a la selección de la prepa de la UPAEP. Entonces, justo en el camino de regreso a mi casa, juré que nunca más jugaría basquetbol.
Obviamente no cumplí mi promesa, pero sí bajó drásticamente mi obsesión por el basquetbol, canalizándose en otros asuntos, como la música, las mujeres, el futbol. A pesar de todo, me gusta pensar qué hubiera pasado si hubiera jugado esos nacionales. Probablemente no hubiera estudiado letras, tal vez sería galán y tendría un auto. Tal vez usaría tenis astronáuticos en vez de las botas café de antropólogo que suelo usar todos los días. Quién lo puede saber.
1 comentario:
oye en ese dream team -el único- también estaba el magic, pippen y claro, ewing. stockton era un grandísimo tetales, mullin parecía sacado de los bajos fondos de berlín y barkley era, como siempre fue, la puritita neta.
la neta los toros siempre me cayeron re gordos, como me caen los equipos que siempre ganan. yo estaba con los knicks y con ellos siempre me tocó perder.
aún revuerdo la nache aquella donde hablamos de cosas tan trascendentales. un abrazo
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