Carísimos/as lectores/as:
Me veo en la penosa necesidad de recriminarles su exceso de tolerancia ante el pusilánime comportamiento que durante la última semana he mostrado. Poemas, lamentaciones, que si no llama, que si se va, que si regresa. No, amables/as lectores/as. Ustedes, que depositan su confianza en su seguro servilleta, no merecen este vergonzoso despliegue de penas baratas, de chaquetas mentales con las que he llenado este blog. Me disculpo ante ustedes/as, y, aunque sé que mi comportamiento es inexcusable, debo decir que sospecho que en parte se debe a que los torneos de futbol al rededor del mundo han terminado, aunado a la segura depresión que nos espera cuando México no califique que me atormenta desde ahora. Todo es culpa de Neri Castillo, y del crecidísimo asno apestado pseudo-madrileño -ayer fue día de las mulas- que es Javier Aguirre, que demostró que de futbol no sabe un carajo al poner en su cuerpo técnico al “terminéitor” Carrillo.
Pero bueno, el caso es que su seguro servilleta se disculpa hasta el cansancio por la sarta de lloriqueos que inundaron durante la reciente semana este blog. En adelante, si alguno/a de ustedes considera que este mal -sospecho que con la edad me estoy volviendo cada vez más obsesivo-, vuelve a aquejarme, no dude en hacérmelo ver, pues como dicen los proverbios del Predicador, en la multitud de consejo está la sabiduría. Sin más que agregar, y reiterando que su seguro servilleta se debe por completo a sus lectores/as y no solamente a una lectora potencial, quedo muy de ustedes/as, y dejo un post bastante light, para intentar lavar mis errores pasados.
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Es jueves y ayer me dormí hasta las 5 trabajando –por fin— la tesis, más por orgullo –una apuesta, a pesar de todo, siempre será una apuesta— que por gusto, pero supongo que después de tanto tiempo, no puede ser de otra forma. Me levanto, en calzones, y en calzones voy a prender el calentador. Son casi las 12 y me doy cuenta de que esta manera de vivir es la mejor para encarar la crisis, porque te ahorra un alimento del día. Prendo la cafetera, lavo un filtro y lo lleno con el café que me traje de Xalapa. No termina de gustarme, pero a caballo regalado... –no se le escribe un poema???–. Me toco las sienes y creo que debo rasurarme. Abro la llave del agua caliente y me enjabono la cara, para después pasar sistemáticamente la navaja, de arriba a abajo, primero por la izquierda y luego por la derecha. Debo comprar nuevas hojas, porque estas pierden el filo muy rápido. Miro mi bigote, que a pesar de estar ya bastante frondoso, está más largo del lado derecho. Me miro la frente, la bonita cicatriz que me quedó después de lo de la bici. Luego hurgo mi cabeza, un poco intentando ver si contra todo pronóstico me quedo calvo, y otro tratando de reconocer las blancas inquilinas que desde los 19 me habitan el cabello. Hasta semana santa, cuando tenía el cabello más o menos largo, tenía contadas al rededor de 9 canas, sobre todo en la parte posterior de la cabeza. Hoy me descubro una nueva, del lado izquierdo. No me preocupa en absoluto, y de hecho espero que a los cuarenta mi cabeza esté gris, por eso del sexapil de los canosos prematuros. Ja. En realidad siempre he pensado que mi mejor época será después de los 35, cuando haya terminado la tesis –in God we trust— y por lo menos tenga un trabajo decente. Mi mamá me anima mucho, pues reconoce que de su lado de la familia hay muchas probabilidades de que sea canoso, pues prácticamente todos sus tíos son, desde los 40, de pelo totalmente blanco, bigote negro y piel colorada, lo cual podría coincidir con mi propia descripción. Sin embargo, no me hago tantas esperanzas, pues mi papá, que tiene 47, deberá tener el mismo número de canas que yo, a lo mucho. Yo, que como hemos visto no soy muy bueno para eso de las esperas, intenté modificar una foto, todavía en calzones, y esto fue lo que salió:
No se fijen en el lado izquierdo -su izquierdo, mi derecho- del bigote. Fallas técnicas que un simple just for men solucionarían
5 comentarios:
Los post claveles siempre tienen un gen de ensayo oculto (el género de géneros según las nuevas tendencias). Creo que no deberías temerles tanto, o bien, disculparte.
Me contaron un chiste cagadísimo en el que Pepito estaba devastado, la cara llena de magulladuras, los brazos cortados y un sinfín de arañazos. La maestra le pregunta – como siempre: Pepito! Pero qué te ocurrió! ¡¿Por qué estás tan lastimado? Y Pepito, girando un pie con la punta, los brazos detrás de la cintura y trastabillándose, contesta: Pues…. Eh… Bueno. Bien ¡Ya! ¡¡Pus es mi gato y si quiero me lo cojo!!
De modo que, es tu blog…
Un abrazo
hmm
gracias por los ánimos
o sea que un post clavel es como cogerse a un gato?
interesante...
anita ituregalleta dando ideas de cogerse a un gato a un obsesivo. perfecto, dale también un cerillo a un piromaniaco.
naaa, que pa ser guerrillero andaba usté muy guango en estos días pasados, tanto que casi lloras con austin powers! naaaa!
afortunadamente parace ser que el súcubo que se había apoderado de ti ha largao a otra parte, y vuelve el bigote, cada vez más porfirianamente juvenil, valga decirlo.
definitivamente
su cubo
pero qué digo su cubo
su cubazo es el que me tenía así
jeje
saluut
y precisamente por eso
no tengo gatos
Yo pensaba en que podrías, si quieres, interpretar el bonito chiste como que los blogs son muy de uno, de modo que cual Pepito (el nombre del Ulises mexicano) cogerte a tu blog, es una alegoría de qué tan tuyo es.
Ese es uno de los chistes bonitos para justificar el azote, la gula, y demás pecados capitales como un acto de voluntad, a su vez, representativo de lo poderosa que puede ser.
Pero creo que me agrada la lectura que le han dado tú y el Camarada. Al menos me han hecho reír en un día laboral re pesado.
Abrazos a ambos
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