Llego a casa en Xalapa. Es de noche y en el suelo hay rastros de la lluvia que antes, mientras viajaba, cayó como suele caer en mayo y en Xalapa. Pero a pesar de la lluvia, el calor no cesa. No quiere irse, y se traba en férreo combate contra los charcos, causando un leve vapor que se levanta. He decidido caminar desde la terminal hasta mi casa. Me detengo a la mitad del camino, me quito la chamarra y la acomodo entre mis bolsas. Sigo caminando. También ayer llovió en Puebla, pero el calor allá no pudo con el agua, y terminó por irse, por lo que la noche refrescó.
Llego a la calle que me lleva hasta mi casa. Todo está oscuro, pero miro una silueta moverse, con movimientos rápidos y poco predecibles. Debe ser un insecto, pero no se parece a ninguno que conozca. Me acerco un poco y ahora me parece que es un colibrí. Es grande, mueve las alas rápido y cambia de dirección sin orden aparente. Un colibrí de noche, me parece raro. Sigo caminando y miro una luz verde, un foquito como del tamaño de la goma de un lápiz, que se va de aquí para allá.
--Luciérnagas, digo, y trato de encontrar otras. Miro a dos moverse, cerca una de la otra. Son mas verdes que otras luciernagas que he visto. Más verdes y más grandes. Tal vez son colibríes-luciérnagas, o sólo colibríes que decidieron salir de noche.
1 comentario:
... mientras leo tu observación comparativa #2, recargo el peso de mi cabeza en la palma de mi mano izquerda, a la altura de la nuca. Escucho "mañana olvidaré" de Natalia Lafourcade, siempre tan ad hoc con Veracruz.
Estoy consiente de lo que leo y lo leo, leo lo del calor, lo de la lluvia y el frío, de Puebla y lo de Xalapa. Leo lo de las luciérnagas y los colibríes y las luciérnagas-colibríes, sé que leo, lo comprendo. Pero me doy cuenta que estoy dormido y que despierto con el ruido de la impresora pidiendo más papel...
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