jueves, 15 de enero de 2009

Everyday

La verdad es que ayer pensé que la semana terminaría mal. Pensé que los signos del mundo a interpretar alrededor de mí no me eran propicios. No he lavado mi ropa, no tengo música, me duele el muslo derecho -por un rodillazo en la épica penúltima victoria- y no puedo andar en bicicleta. Y bueno, ayer, de la nada, justo después de una pequeña sesión de biblioteca y Güimpi's y jochos nocturnales, comencé a sentirme mal. La conversación en el Güimpi's giró en torno a la mediocridad, a los objetivos y a la clavadez con la que trabajamos/hacemos las cosas que queremos y las que no. Y bueno, regresé a casa a las 22.30, cansadísimo, pensando que no soportaría el resto de la semana, que sería triste perder el empuje de principios de año -el primer empuje de este tipo en toda mi vida- y que era lamentable que justo cuando me sentía mejor -tras abandonar entornos que me deprimían y tratar de establecer metas concretas, cual gran empresario- me sintiera tan mal por cualquier cosa. Así que en un arrebato de voluntad, tal vez el último arrebato del mes, decidí que no podía seguir así. Prendí el baño y recordé el último comentario de Susanita en este blog. Me animó pensar que después y a pesar de todo, hemos sido buenos amigos por mucho tiempo. Con altas y bajas, estuvimos juntos en muchas clases, caminamos al paseo bravo muchas tardes, empleamos largas horas en la sobredosis jollyrancher, mentos y icebrakers. También recordé el día que la vi en su debut con los cerdos con los que tocaba, y cómo pensé que en realidad ella era mucho más talentosa que el resto de su grupo. Susanita, no sabes cuánto me alegró recordar cuando me contaste que tomaste clases con el peloncito Gabriel Puente, y cuando fuimos a verlo a casa de la cultura. Con todo eso en la cabeza, y la pregunta equivalente a la aseveración de/a Susana -en el fondo, lo tuyo es la música, o al final, siempre serás baterista, cómo era?- me decidí a hacer algo por mí. Algo que me animara. Y, rondando por mi cuarto, vi la respuesta. Mi grabadora de voz. Una rca de 128 M que mi papá compró hace tiempo, y que quiero mucho porque graba directo en mp3. Me decidí instantaneamente. Llenar esos 128 M de lo que más quiero en la vida: la música. Desafortunadamente no pude poner Elephant gun -y no entiendo por qué- de Beirut, pero sí Regina Spektor y Maria Rita y sobre todo Dave Matthews Band. Eran las 00.45, pero cuando le puse play a las 20 canciones que le cupieron a la grabadora, pero no tenía sueño en absoluto. Sentí que la piel se me erizaba, mi estómago brincaba y mis glándulas salivales trabajaban felices horas extras. Como estar enamorado, como el impulso de abrazar a todo el mundo justo como en el video de Everday de DMB.
Me metí a bañar hasta la 1.00. Seguí pensando en el comentario de/a susana, en el fondo lo tuyo es la música. Lamentablemente yo no he encontrado, como ella, que es lo mío realmente, pero a veces sospecho que todavía tardaré en saberlo. Tal vez lo mío sea buscar, y enamorarme de la búsqueda, everyday.



P.S. Hoy salí de mi casa con unos audífonos viejísimos y sin marca, y mas veinte canciones de mi grabadora. Y pensé que no podría ser más feliz. Sí podría tener otro trabajo, y vivir en otro lado y comprar la prensa francesa de acero inoxidable que vi el otro día. Pero no podría ser más feliz, porque yo decido. Y hoy decidí estarlo insuperablemente. Hoy es un gran día para pararse en la llovizna y levantar la cara, para cantar a gritos en la calle, para asistir a una entrevista, o una cita de despedida y recordar el mundial de Francia -hoy decimos allez [chez] les bleus. Hoy existía desde hace tanto, carajo, por qué lo dijo Fox. Hoy.

2 comentarios:

Areli dijo...

De alguna forma, encontré lo que buscaba en este post. Envidia de la buena, Samuel. Yo también necesito el último arrebato de este mes, pero hasta para tener arrebatos hace falta algo...

LSz. dijo...

Saludos S. Hoy precisamente pensé en esa frase. No recuerdo por qué.