miércoles, 31 de diciembre de 2008

Porque no sólo la franja del puebla nos [pre]ocupa (segundo)

Segundo Post. Las referencias bíblicas del conflicto palestino-israelí.
Como muchos sabrán, tanto los hebreos como la gran parte de los pueblos árabes son -según la biblia- hijos de Abráham, el gran patriarca, el primer musulmán, el padre de la fe, etcétera. Abraham era viejo y no tenía hijos porque su esposa era estéril. Así que Sara, su esposa, decidió darle a una de sus sirvientes para que le diera un hijo. Este hijo se llamó Ismael. Pero Dios le dio un hijo a Sara a los 90, por lo que desde entonces los celos de ambas madres era demasiado. Al final, Abraham decidió pedirle a Aggar, madre de Ismael, que ambos se fueran de la familia. Con el coraje y todo, Aggar se fue, pero en el camino se les terminaron las provisiones de agua. Justo en el momento previo a la muerte, Aggar clamó a Dios y un ángel descendió, consolándola y mostrándole un manantial. Cuando Ismael creció, fundó una ciudad.
Avanzamos en el tiempo hasta la época de Moisés. Dios saca a Israel de la esclavitud en Egipto y les promete la una tierra en donde fluye leche y miel, una tierra fertil en medio de tanto desierto. Sólo hay un problema. En esa tierra habitan diferentes pueblos -descendientes de Jafet y Cam, así como de Ismael- que obviamente no se quitarán de ahí. Así que tendrán que pelear, y según Dios lo ordene, exterminarán o dejarán vivos a los pueblos. Pero Israel no obedece. El capítulo 9 de Josué nos cuenta cómo los Gabaonitas engañan a Josué y salvan sus vidas. En muchos casos, los hebreos desobedecen y convierten a los diferentes pueblos en esclavos, quienes a la larga se revelarán y entrarán en conflicto con los Israelitas.
Esta es, según he escuchado, la causa "biblica" de todo el conflicto. Que Israel perdonó a sus enemigos y por eso tiene problemas. Sé que suena drástico, pero no difiere en gran cosa con otras historias de pueblos conquistadores, así que no se alarme tanto, querido lector.
Ahora bien, en el nuevo testamento podemos encontrar, entre muchas otras cosas, que en los postreros días las naciones se levantarán contra Israel. Así que no habría por qué sorprenderse de la constancia del conflicto.
Predicción para el 2009: El conflicto se agravará. Y se agravará porque ese no es un conflicto territorial, es un conflicto de orgullos. Una cosa es que los gobiernos de Israel y Palestina intenten redefinir las fronteras, y otra muy distinta es que el pueblo judío se niegue a doblegarse ante el pueblo musulmán y visceversa. Si se arregla el tema con Palestina, entonces se agravará el conflicto con Omán o con Siria o con Líbano. O mejor dicho, son asuntos diferentes. Uno es el asunto económico-gubernamental, en el que obviamente Estados Unidos mete sus narices, -ese es el conflicto palestino israelí- y otro muy distinto es el asunto de credos, de orgullo relogioso -es decir el asunto judeo-islámico. El primero podrá arreglarse, pero el segundo no. Eso es lo difícil de las peleas entre hermanos.

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