Pero no para. Sospecho -no solo, sino con algún comentario que logré sacarle al cappo-eta de Puebla- que esto trae saña, y es fruto de algún encontronazo anterior entre los Vicentes. En fin. Me alegra ver esto, y me alegra sobre todo que ocurra en la página del círculo de poesía, porque demuestra que, a pesar de las desconfianzas a su configuración amigable -por decir algo- los amigos también se toman en serio las cosas que hacen. Así, seguiré copiando y pegando los comentarios, con mucho gusto:
sábado, 18 de octubre de 2008
Y esto no para...
Pero no para. Sospecho -no solo, sino con algún comentario que logré sacarle al cappo-eta de Puebla- que esto trae saña, y es fruto de algún encontronazo anterior entre los Vicentes. En fin. Me alegra ver esto, y me alegra sobre todo que ocurra en la página del círculo de poesía, porque demuestra que, a pesar de las desconfianzas a su configuración amigable -por decir algo- los amigos también se toman en serio las cosas que hacen. Así, seguiré copiando y pegando los comentarios, con mucho gusto:
2 comentarios:
- Luis Vicente de Aguinaga dijo...
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Ignoro quién sea el "cappo-eta de Puebla", y ni siquiera sé lo que pueda significar eso, pero yo nunca en mi vida he tendio broncas con José vicente Anaya (ni virtuales ni directas). Y ésta del Círculo de Poesía en realidad ni a bronca llega: es una especie de pamba china que me gané por tontito. Ahora entiendo que hacer un comentario más o menos fuerte sobre un texto de José Vicente Anaya, y hacerlo además en Puebla, es el equivalente actual de corregirle a Octavio Paz un punto y coma en plena sesión del consejo de redacción de 'Vuelta' (en 1982, digamos). Va un saludo desde Guadalajara.
- 20 de octubre de 2008, 18:58
- Unknown dijo...
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Ea
gracias por comentar. Supongo que lo del cappo-eta de puebla lo has de sospechar. De cualquier manera, he de disculparme por hablar de lo que no sé. Ahora que trato de recordar el momento -y es que estaba un poco a medios chiles, por decir algo-, puede ser que se hayan referido a la forma de ser de ambos, y yo -en mi afán de magnanimizar todo- lo haya tomado como antecedente. Me disculpo pues.
Lo que no me parece justo, es que me digas eso del equivalente de corregirle la plana a Octavio Paz. Si bien, soy de Puebla, y si bien aprecio mucho a Vicente Anaya, creo que soy lo suficientemente honesto para reconocer el peso de los argumentos. De ambos. Y nótese que nunca hice más comentario que el hecho de que me emocionaba ver la discusión. En cierta manera, creo que tu comentario -el primero, antes de todo el barullo- me pareció atinado, y en cierta forma dice algo que yo no sabría cómo decir, pero que me gustaría. Y la defensa de Vicente Anaya, legítima. Lo demás -como bien lo dices en el último comentario- fue sólo echarle leña al fuego. Yo no respondo por los poblanos que opinaron, y si hemos de seguir con las honestidades, algunos hasta me parecieron totalmente inadecuados -precisamente porque parecían más la defensa a ciegas del hombre, no del texto-.
Y bueno, también me parece irónico que compares a Vicente Anaya con Octavio Paz. Irónico, amable, vaya -no sea que se confunda con agresión. Porque si Octavio Paz tuviera un blog, o posteara en alguno de cierta agrupación tipo poblana, el que comentaría para la polémica sería, precisamente él.
En fin. Que a mí sí me gustó tu comentario, y me gustó -a pesar de todo- la situación. Al final de cuentas, los dos -únicos y verdaderos- implicados, salieron tablas. Cada quien con razones de peso, y sí creo que dividieron opinión. Y bueno, gracias por pasar a mi blog. Un honor. Uno no sospecha siquiera que el poeta al que se lee con gusto pueda pasar a su querido diario y comentarle algo
así pues
saluuut
y un abrazo -no como el de acatempan, pero abrazo al fin
Samuel - 20 de octubre de 2008, 21:16
Estimado Luis Vicente: Nomás estabas leyendo un artículo (órale), pero no no NOmás, sino que luego escribes y comienzas a polemizar (soy generosa) en torno a un texto que también está expuesto a la crítica. Luego dices que te quieren arrancar la cabeza, tú mismo cancelas el desacuerdo y te amarras el dedo por si “alguien” (quién sabe quién querrá tal cosa) te lo corta, diciendo que mejor te vas a donde no te molesten, es decir, a tu cómodo silencio. No creo que sea la respuesta ni la actitud de un autor que pretende ensayar las ideas. No sé a qué viene eso del FONCA, me pareció que de pronto acusabas a Anaya de “haberle venido algo al FONCA”. Está bien que “fantasees a solas”, pero organízate antes. Explícate, por favor.
Deveras, de corazón te lo digo, como tu lectora, no empobrezcas lo que, supongo, te apasiona (la literatura) y no enriquezcas lo que, espero, no te importa (la famita).
Luis Vicente de Aguinaga
on Oct 17th, 2008 at 1:56 pm
Tienes toda la razón, José Vicente. Discutir es el propósito, no adorar a tirios ni descalificar a troyanos. Así las cosas, cuando Antonio Escobar me dice, por ejemplo, lo siguiente: “si tus limitantes interpretativas socio-culturales, y hasta académicas no te lo permiten [no me permiten entender equis o y griega, conjeturo yo], pues allá tú, y pobres de tus alumnos… Supongo en todo caso que el nivel de cualquier universidad pública del país es pedestre, con decepción ahora me doy cuenta que en Guadalajara también”, cuando Antonio Escobar me dice algo así, mi querido José Vicente, no creo que tenga un ideal de apertura y diversidad cultural fijo en la mente, sino todo lo contrario: está buscando eliminarme del mapa de la discusión, desacreditarme y descalificarme, insinuando incluso que soy un mal profesor y que mi universidad es de nivel “pedestre” por culpa de maestros como tu atenta y segura servilleta. Y eso no es debatir ni polemizar: es, repito, arrancarle al interlocutor la cabeza y exponerla, ya que no en plazas públicas o alhóndigas de Granaditas, por lo pronto sí en blogs y foros de lucha libre virtual.
Yo no minimizo la experiencia directa de fenómenos o acontecimientos como los de 1968. Si minimizara esa experiencia no le consagraría tiempo a leer artículos que, como el tuyo, contienen precisamente información de primera mano sobre asuntos tan importantes. Por lo demás, tu propia crónica es un buen ejemplo de que mucho de lo que podemos llegar a saber de tales asuntos nos viene de testimonios, libros y documentos indirectos (indirectos para sus lectores, por supuesto). Que yo sea profesor no quiere decir que sea un “ratón de biblioteca”; lo que sí quiere decir es que valoro mucho la transmisión de relatos, orales o escritos, y el fenómeno de la espontánea o literaria comunicación intergeneracional, por así decirle.
En cuanto al poema de Ginsberg (que yo conozco, sin ir más lejos, gracias a tu traducción, es decir: gracias a una experiencia directa y gracias a un libro) creo que nos estamos refiriendo a otra especie de material. Ginsberg no dice que se referirá, por decir algo, a los jóvenes estadounidenses que tenían veinte años en 1958, y en cambio tú sí dices: “nos ceñiremos a los jóvenes que en 1968 en México teníamos un promedio de veinte años de edad”. Quiero creer que cuando uno es explícito es porque le interesa dejar las cosas claras y asentadas, y así es como entiendo tu crónica. Un poema como el de Ginsberg es harina de otro costal.
En todo caso, no aspiro a decir la última palabra. Pero creo que ya no tiene sentido abundar en debates que terminan derivando en ofensas y presuntos desenmascaramientos heroicos, más irrisorios que reveladores. Qué remedio: me despido llevándome a cuestas dos o tres agravios (a veces insinuados, a veces literales) de lector deficiente, mal profesor, simple ignorante bocón y hasta becario-vampiro. ¡Mil gracias!
Va un último apretón de manos de Luis Vicente, y hasta la otra (no aquí: en algún otro lado).
Alfonso Martínez
on Oct 17th, 2008 at 10:23 pm
No veo por qué te asustas, Luis Vicente. En el fondo me pregunto si buscas el aplauso o la polémica real, aunque ésta última cargue el riesgo del desacuerdo. Lamentable que, después de los sucesos del 68, sigamos viviendo de a mentiritas una libertad para establecer diferencias. No explicas lo sustancioso (el FONCA, el problema de la traducción, Blue: azul, claro, triste) que los lectores aquí te han señalado y que, te recuerdo, tú trajiste a discusión. Prefieres hacerte la víctima y quedar panza arriba como esos reptiles que se hacen los muertitos para luego salir huyendo.