martes, 27 de mayo de 2008

futbol de memoria

Ayer vi en el foxesports un partido de reencuentro entre américa y chivas, y huelga decir que los detesto a ambos por igual -aunque hoy en día el chivas hace más méritos que nunca. Sin embargo, me sorprendí muy conmovido, porque jugó Carlos Hermosillo, un grande que aderezó mi niñez con goles memorables, no con américa, sino con ese cruz azul de taboada y de un brasileño de pelo teñido del que no recuerdo el nombre. La misma época en que Mohamed imponía moda con el cabello de colores y los zapatos blancos en los hoy extintos Toros Neza, la misma en la que Chicho Cuevas hizo un golazo de chilena en la última jornada, la de Tita y sus golazos con el León, la del golpe de Comisso a Hermosillo que regresó todo ensangrentado para ganar esa final, las épocas de Rabaijda en la portería del puebla, de esas finales de ida y vuelta entre el atlas y el toluca. Al final, hablé tanto de estas cosas con mi papá -que me enseñó a querer a todos los equipos cuando juegan bien, cuando de veras hacen futbol y se disfruta- que el partido nos encantó a los dos, y celebramos cada pase de Antonio Carlos Santos, el sombrerito de Gonzalo Farfán, la condición física de Zague, el aplomo de García Aspe, el poderío de Joaquín del Olmo, la magia de Adrián Chávez, el golazo de Luis Hernández y hasta la cola de caballo -aún desafiando a la calvicie- de Raúl Gutierrez. Realmente nos emocionamos por ver a tantos buenos jugadores, y por recordarnos hace 5, hace 10, hace 15, tal vez hasta hace 20 años, igual que ahora. Sentados frente a la tele, mirando cualquier partido de futbol y celebrando eso, el futbol mismo y el silencio entre nosotros dos, breve y delgadito, listo para romperse con el comentario de alguno al rededor de el juego. Nuestro juego.

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