lunes, 17 de enero de 2011

La Brigada del Caos, o breve lamento por las reducidas opciones para manifestar inconformidad

Antes que nada, quiero decirles gracias a los lectores y lectoras de blog que, a pesar de que mi ánimo escribiente ha decaído mucho en este año, se siguen dando su vuelta para ver si hay algo. Tendría que decir que, ahora que tengo compromisos escriturales reales –ja ja–, resulta un poco más difícil pensar en cosas que escribir aquí, sin revelar secretos del poemario en preparación. Pero la verdad es que mi problema es que no soy lo suficientemente hábil como para escribir mucho, como para pensar mucho, como para ordenar mi día y hacer que en él quepan el blog, la tesis, el poemario viejo y el nuevo y las doscientas horas diarias que malgasto en facebook y twitter –por cierto, si está usted ahí, búsqueme (@samuel_peix), no sea cobarde.
La semana pasada, por ejemplo, me esforcé mucho tratando de darle los últimos retoques –ahora sí, en serio– a mi primer poemario, y buscando material para el segundo, lo que en pocas palabras quiere decir que estuve urgando mentalmente en las vidas de amigos –y examigos, gracias– que hayan tenido rompimientos de relaciones muy largas –más de cinco años–, viendo la historia de los mundiales y googleando a jugadores sus respectivos jugadores. También estuve pensando en cosas para mi breve manual de despedidas y, como única labor obligatoria –porque para su información, querido lector y lectora, soy oficialmente un vago sin trabajo– empecé el seminario de poesía contemporánea que da mi asesor de tesis. 
Y entre todas esas cosas, se me ocurrió una para regresarle el tono guerrilleresco a este blog. Por si usted no lo sabe, desde el 1 de enero entró en vigor el aumento de un peso al pasaje poblano, lo que desencadenó una serie de marchas y protestas, entre las cuales estuvo el cierre de la Facultad de Filosofía y Letras. Ahora bien, seguramente los organizadores de dicho cierre tienen sus razones muy claras, pero a mí esa forma de protesta me parece "un poquito" incoherente, dado que la universidad no tiene nada que ver con el alza y que, de entre todas las facultades, es de todos conocido que la de Filosofía y Letras resulta para el gobierno una de las más accesorias y factibles a ser desaparecidas, por lo que cerrarla es un poco ponerse de pechito.
No quiero decir que sepa todo lo que pasó ahí –se dice que Rectoría mandó a sus gorilas a golpear a la gente, y también se dice que la situación, como siempre les pasa a los manifestantes poblanos, se salió de control en un abrir de ojos, pero yo no sé–, ni que quiera inmiscuirme, en absoluto. Lo que pasa es que, de repente, me parece tan triste que en una ciudad con tantos artistas, músicos –de los buenos y de los piteros–, narradores, críticos, investigadores y poetas, nuestras formas de protestar sean tan reducidas. Cuántos de todos estos seres improductivos –me cuento dentro, más por improductivo que por poeta– tuvieron algo que ver con la marcha? Cuántos siquiera se enteraron de lo que pasó? 
Así, pasé del coraje a la vergüenza y de ahí a la incertidumbre. Es decir, sí, me da vergüenza no haber ido a ningún acto de protesta, pero tampoco creo que hubiera tenido mucho sentido ir, así nomás, y terminar en mi propia facultad haciéndome el mártir –hablo por mí mismo. Al final de cuentas, hay tantísimas formas no convencionales de protestar, de hacer latente la rebeldía. Cosas poéticas, cosas que trasciendan, que no sólo expresen mi inconformidad sino que además dejen algo. Alegría, por ejemplo. O sorpresa. O burla de quienes se burlan de nosotros.
Sería muy difícil juntar a un grupo de, digamos, cincuenta o cien ciclistas y hacer que las calles de puebla se muevan a nuestro ritmo? O tal vez juntar muchísimos pesos e ir a lanzarlos a la secretaría de transporte, gritando que ahí están sus pesos, para ver cómo los funcionarios salen para arrastrarse por nuestro dinero? Costará mucho trabajo cerrar las calles y organizar una cascarita de futbol por cuadra?Confieso que tenía pensado escribir una especie de manifiesto romántico en el que invitara a los susodichos  artistas, músicos, narradores, críticos, investigadores y poetas a unirse  y crear una Brigada del Caos –cuánto daño hace Hakim Bei, jeje– que hiciera terrorismo poético e intervinieramos la ciudad. Pero luego lo pensé mejor. De veras quiero invitar a toooodos los artistas, músicos, narradores, críticos, investigadores y poetas de/en Puebla? Y los wanabes? y los piteros? Y los que me caen mal? Qué tal que llega el maestro limpio (el de los shortcitos) y dice que quiere participar? Es así como me desanimé rotundamente, y mi brigada del caos se quedó en la simple idea twitteada y puesta como borrador en mi guía práctica de un guerrillero que, además de inexperto, resulta ser un odioso para sus congéneres poblanos.

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Pongo, a manera de disculpa/invitación, un link al texto "the temporary autonomous zone" de Hakim Bei. Si tiene tiempo, querido lector o lectora, léalo. Verá cómo el ánimo de terrorismo es contagioso. 

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