miércoles, 20 de octubre de 2010

Overwhelm, o de la ciudad en cierto octubre

De todas las palabras y frases bonitas en las lenguas que conozco, Overwhelm es una de las que más me gusta –por cierto y aunque no venga al caso, también me gustan tromba, rubiarbo, though, gaze, Witz, Straße, Glück, "joie de vivre", chapeau, gabie y spezzare–, por esa sensación de calidez, de enormidad, de encanto, tan difícil de traducir. William Blake es Overwhelming. Charles Mingus es Overwhelming. Sufjan Stevens y andar en bicicleta mientras amanece son ambos overwhelming. Definitivamente.
Seguro que, tan avesado como suele ser el lector o lectora sugerirá que tanto "sobrecoger" como "abrumar" podrían funcionar en una traducción, pero creo que ninguna de las dos palabras logra apresar lo que nuestra palabra en cuestión significa. Esa sensación de re-conocimiento, de desbordarse de sí mismo sin dejar de serlo, de ser aplastado por una enormidad que nos resulta familiar en ritmos sincopados, inaprensibles a pesar de todo. Overwhelming.
Y sí, seguro las cosas que consideramos overwhelming tarde o temprano terminan por ser domesticadas, por parecernos insignificantes. Supongo que muchas cosas y personas que encontraba abrumadoras y llenas de encanto hoy me parecen completamente rutinarias, pero sospecho que hay ciertas otras que por más que lo intentemos, siempre se mantendrán al margen de nuestro control, como los nervios de volver a ver a la chica de quien estamos enamorados y aún no lo sabe, como regresar a la ciudad de la que también estamos enamorados. Sí, por lo que pasa y por lo que contiene, pero también por la ciudad misma.
Este fin de semana estuve en el DF y la verdad es que no paré de pensarlo. Nunca podré acostumbrarme. No importa cuánto tiempo permanezca, cuantas veces vaya y vuelva, la ciudad siempre gana. No importa que este fin de semana haya aprendido que hay cosas que uno simplemente no debe hacer, o que haya escuchado prácticamente conmocionado a Regina Spektor, ni que haya visto mi vida en veinte versiones diferentes –lo que podríamos hacer tú y yo contigo–, o que el buen M se compadeciera de mí y me prestara su Paul Muldoon. Al final la ciudad por sí misma, por encantos propios, termina por arrancarme, una y otra vez mientras me alejo, otro Overwhelming.
Será que soy otro en ella o que el vértigo de 20 millones de personas cruzando las calles con todas sus posibilidades se vuelve adictivo, desbordante, o que sigo dándole vueltas a algo tan sencillo: que en esta ciudad te conocí y me sé reconocido, tan poca cosa, tan sin traducción posible de lo que pasa adentro. Tan overwhelmed

***

Aquí una foto sobre el mismo tema. Dígame si no:

RS <3

No hay comentarios: