lunes, 18 de enero de 2010

Consideraciones previas o de la Correcta Espera (i)

No es un secreto que mi crianza literaria corrió, libros más, libros menos, a cargo de Julio Cortázar. Compré mi primer disco de jazz –una antología baratera de Louie Armstrong– después de leer sobre él en la vuelta al día en ochenta mundos. Aprendí francés por su culpa, estudié letras por su culpa, descubrí muchos autores franceses por su culpa –me vienen a la mente Alfred Jarry, Raymond Roussel, Raymond Queneau y Georges Perec, se adivina la corriente, no?– me volví propenso a enamorarme de mujeres dulces y locas por su culpa, y también por culpa –si bien no tengo cómo comprobarlo– mi subconsciente suele buscar que mis relaciones con esas mujeres dulces y locas sean fracasos. Fracasos experimentales si se quiere, pero al fin fracasos.
Y como todo buen hijo, en algún momento me rebelé contra mi padre. Después de consagrarme prácticamente todo el último año de mi prepa a leer tooooda la obra de Cortázar –sólo me faltaron "Dossier Chile" y "Los autonautas de la cosmopista"–, hice lo que hoy sé que nunca debí haber hecho y que no volveré a hacer. Confiarle a alguien querido –en vida o en texto– un asunto importante de mi vida. A Cortázar le confié mi entrada –con beca– a una universidad de paga. Tenía que hacer una tesina y decidí hacerla sobre él. Leí su obra fervientemente, día y noche, de lunes a viernes y los fines de semana. Lo leí en el camión, acostado en el suelo o en las bancas de la escuela, cruzando las calles. Estaba enamorado. Como era de esperarse, llegó el día de entregar mi tesina y no tenía casi nada. En mi trabajo puse su biografía, algunas cosas sobre sus textos, y luego los fragmentos de su obra que más me gustaban. "Gané" el segundo lugar, cincuenta por ciento de la beca. No entré a esa universidad.
Desde entonces odio a Cortázar. Lo odio desmedidamente y sin ninguna lógica, no tanto por el hecho de haber perdido –ahora hasta me alegro de no haber estudiado en esa universidad– sino por haberme enamorado tanto, tan patéticamente. Y lo odio también –y esto es divertido– porque otros lo aman, porque otros dicen estar enamorados de él y sin embargo no lo quieren como yo lo quise. Lo empezé a odiar cuando entré a la carrera y vi que había gente que se decía cronopio, que hacía referencia a los textos más conocidos –casi siempre decían cosas de la maga o de instrucciones para llorar– en sus pláticas "intelectuales" y que creían que sólo porque ellos y tú habían leído rayuela estaban predestinados a ser amigos. Hoy odio a los cortazarianos, a los que en lugar de vivir su propia vida quieren ser Oliveira o la maga o Gregorovius y quieren tener un niño y llamarle rocamadour. Los odio a todos, por robarme a mi Cortázar, por manosearlo públicamente y sin escrúpulos, por leer sin entender, por seguir las instrucciones al pie de la letra.

***

Y a qué viene al caso esta rabieta? Pues a que siento que ya es tiempo de hacer las pases con Cortázar. Nada será igual, definitivamente, pero quiero intentarlo. No leeré nada todavía –no me siento listo– pero, admitiré que los siguientes posts en esta guía práctica se tienen un poco de herencia del Cortázar, de sus "instrucciones". Hace algún tiempo, por ahí del 2004, me dieron ganas de escribir una serie de manuales para la vida cotidiana. Uno de los resultados –tal vez el único– fue esta guía práctica del guerrillero inexperto, no tanto por el asunto de lo guerrilleril sino por ser guía práctica. Pero también quería, entre otros muchos manuales y guías, hacer una "guía práctica de la correcta espera". Una especie de serie tipo Que sais je? Así que en los próximos días, el lector y/o lectora, podrá leer algunos consejos para la correcta espera. Quién sabe, si sale bien, eso se podría convertir en un blog, y si alguien tiene consejos, podría colocarlos ahí también.

En lo que pienso el primer consejo de la "guía práctica de la correcta espera", y para aligerar precisamente la espera, una rolita muy buena de city and colour, Waiting.

http://www.youtube.com/watch?v=GwGgDdP67p8

2 comentarios:

Unknown dijo...

Aunque quiera ahorrarme mis comentarios, no puedo:
¡Declaro la guerra en contra de mi peor enemigo que es:
Todo aquel que odie a Cortázar, sobre todo a aquel que lo odia porque "todos" lo leen. Traidores.!
¡Declaro la guerra porque jamás he estado tan enamorada de un alguien como Julio!
¡Julio!
(Ga se va entre suspiros para Julio y maldiciones a los cortazarianos traidores [no entiendo por qué hay tantos, siempre de letras, ash])

Gabriela Guevara (Pasifae) dijo...

Jajajajaja... Ayyyy! mi estimado Samuel, estoy muy de acuerdo contigo, al collhiflor todos llegaban rayueliiiando; yo respeto mucho a Cortázar, mucho... no me enamoré de él. Sí entregué mis días a la Yourcenar, no sé supongo que por la cursolería fallida de sus obras, incluso tomé varias veces francés tan sólo para memorizarla, jajaja esa mujer!! jajajaj pero bueno con el tiempo uno se va alejando... Malditos collhiflores que llegan creyendo ser los graaandes escritores jojojojo.. pero bueno! Saludos que yo ya estoy ESPERANDO...