lunes, 12 de octubre de 2009

Damas y caballeros, o contra las estrategias de caballería

La semana pasada, mientras revisaba el trabajo en clase de mis alumnitos, pasó algo que me recordó un asunto que tengo pendiente con el blog. La fila y la espera por mi preciada firma –fecha del día y actividad 4, según recuerdo– eran largas pero fluían. De pronto, entre dos muchachos, alguien me avienta la libreta al escritorio. Es una muchachita, que aún a pesar de que tiene a dos chicos adelante, me pide que le revise el trabajo. Me le quedo viendo, y luego miro a los dos muchachos. –La van a dejar pasar???– les pregunto. Ellos, con cara de "ya qué", levantan los hombros casi al mismo tiempo. –Es que son muy caballerosos– me dice la chica. –Pero yo no– le digo, y le regreso su libreta para tomar la de los muchachos. –En esta clase creemos en la equidad de género, o en su defecto, en las mujeres también deberían ser caballerosas.
Y es que una de las cosas que me parecen más contradictorias de los "avances" en materia de equidad de género es que las mujeres –no todas, pero sí muchas– sigan esperando la caballerosidad de un hombre. Ceder el asiento? pero si estoy igual o más cansado tú. Ceder el paso? Pagar la cuenta? Pues que no ya somos iguales? Y ojo, que no hablo de dejar de ser educado y ceder el lugar a una mujer embarazado o a un viejo, sino de la "obligación" de comportarse "caballerosamente" con gente a la que ni siquiera conozco ni quiero conocer.
Hoy más que nunca –gracias a ciertos patéticos recientes sucesos– estoy convencido de que una mujer que no ofrece por lo menos pagar su propio consumo –ir a las michas– no vale la pena. O más drásticamente, una mujer que nos invita a salir y paga el consumo, resultará sin lugar a dudas –y después de superar el golpe al orgullo viril– irresistible. Sería mucho pedir que las mujeres sean caballerosas, que nos cedan el asiento en el camión, que abran la puerta del auto –que obvio ellas conducen– para nosotros, que se acerquen en un bar y nos inviten un trago, que nos lleven a nuestras casas y nos den un beso? Obvio que si esto pasara siempre nos volveríamos más pusilánimes de lo que somos actualmente, pero un día, nomás para variar, por mera curiosidad, o precisamente para que se den cuenta de cuán molesto puede llegar a ser, habría que intentarlo.
Y bueno, no sé si las teóricas del feminismo y otros movimientos de equidad de género hayan contemplado este tópico, pero si no lo han hecho y están leyendo este blog, por favor tómenlo en cuenta. Y háganse fans de los forajidos fernández en feisbuc. Jo.

1 comentario:

elarboldorado dijo...

UYYYY vieras que soy demasiado caballerosa que incluso eso me a costado mucho y para mal!!! Por el contrario yo aprendí a no ser "caballerosa" y no con el afán de decir que todos los hombres son iguales, pero creo me han tocado los PEORES ja