lunes, 27 de julio de 2009

Juego de la lluvia #4, o con la pena y algunas cubetas de lluvia

Es lunes y amaneció lloviendo. Me gusta que llueva en las mañanas, me recuerda los días de primaria en los que no podíamos salir a recreo y nos teníamos que quedar en el salón, niños y niñas adentro. Entonces platicabas con las niñas a las que conocías bien, pero con quienes no hablabas por jugar futbol todos los recreos. Prendo la computadora y pongo música. Quiero escuchar Buckets of rain de Bob Dylan. Hay una canción de Bob Dylan para todo, y este día no es la excepción.
***
Pienso en ti no como plenitud sino apenas como posibilidad, posibilidad de encontrarme contigo tanto como pueda, de mirarte escucharte atentamente respirarte toda, posibilidad de que mañana tal vez no te vuelva a ver, posibilidad de la distancia, del hartazgo, de que simplemente haya otras cosas que hacer. Pienso también en esas otras cosas, como en la música que me hace falta componer, si tan sólo pudiera componer algo decente, en las mañanas que últimamente se han tornado en medios días, en madrugadas, en la necesidad de utilizar menos bolsas de plástico para evitar la contaminación, en el miedo que me da seguirte viendo.
Pienso en el hecho de que no te he escrito más que un poema, y me doy cuenta de que todavía no te conozco, que todavía no te habito y no me habitas. Aprendo poco a conocerte, a encontrarme en las banquetas tu sonrisa, a recorrer las horas entre tus cabellos, a colocar mi mano izquierda sigilosamente en tu rodilla, y acercarme un poco para decirte que me alegra que estés enfrente mío cuando lo estás, para pensar en las cosas que podría decirte ahora que no se puede decir mucho más. Pero no hay mucho más que decir. Y para ser honesto, me da miedo dejar que me habites, como me ha dado miedo cada vez que termino por irme de boca, por arruinarlo todo por una mujer que no valía la pena.
Y sin embargo, la pena siempre vale por sí misma.

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