Sábado familiar. Sábado de Futbol, de gritos, de decepciones, de limpieza, de comida, de café. Sábado como muchos otros sábados, salvo por tres cosas. Primero, medio día de basquetbol contra mi hermano. Sigo teniendo el toque, y me doy cuenta que no hay mejor cosa que hacer un tapón debajo del tablero, y que resulta inevitable gritar mientras se hace.
Segundo, que los Pumas están en la final, a costillas del puebla. Que mi mamá, con todo el rencor acumulado de la vida, dejara salir un desgraciado justo en el momento en que la cámara enfocaba a Darío Verón muestra todo lo que pasó en nuestra mesa. Yo, que había prometido por respeto no celebrar si los pumas pasaban, no pude contener el grito de gol, ni el agitar de manos ni los saltos de emoción. Pero después me quedé callado, y vi con tristeza, y un poco con coraje que el cherokee pérez y el principito núñez salían llorando. Tristeza porque el cherokee es un gran jugador, y coraje porque el principito no mostró la magia de la temporada regular, porque se nos cayó desde que falló el penal contra los tecos.
Tercero, que mi mamá dejó de comprar en el Café Colón y comenzó a comprarle el café a un viejito que vive cerca de nuestra casa. La acompañé y platicamos con el señor, que resultó ser catador de cafés. 52 años de experiencia y un libro, para ser exactos. Hablamos de cafeteras -nosotros, para caracterizarnos como buenos cafeteros, presentamos nuestras armas, una prensa, una cafetera italiana, una de filtro de papel y una de espresso-, de molidos, de tostados. Para él, el gran error de los cafetaleros de México es tostar demasiado el café. La gran mayoría de las cafeterías venden café quemado. Para nosotros, la ironía de xalapa es que no tiene una buena cafetería.
Él ofrece café tostado medio, molido para espresso. Nosotros le pedimos un molido mas grueso, para la prensa. Y finalmente llegamos al momento clave: El café Colón. Nos dice que el café Colón es de más altura, porque no es de Coatepec sino de Teocelo. Yo le pregunto por qué es tan ácido. Él, con una sonrisa, me contesta que hay tres cosas que le disgustan al bebedor promedio de café. La primera es que el grano esté quemado -y pienso inevitablemente en el café del Zaranda-; la segunda, que esté defectuoso, es decir, que tenga tierra o moho, o que esté viejo -y pienso en los cafés de la sierra norte de puebla-; la tercera cosa que les disgusta a los bebedores de cafe promedio, joven -me dice- es el sabor de un excelente café. Entre más ácido, mejor es. Yo sonrío y agacho la cabeza. Como perro con el rabo entre las patas, o mejor, como bebedor promedio de café, pienso.
2 comentarios:
Hey, gracias por linkear el blog de la Carrara de Melones.
Saludos! buen blog...
carajo, ver al cheroke llorar fue un duro golpe. sin lugar a dudas, una victoria pírrica
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