De regreso en Puebla. No sé si son las cervezas de profética -2x1 de 18 a 19- o simplemente los cacahuates que las acompañan, pero siento como si alguien me hubiera aplicado una dosis de perspectiva. I will survive, dijo Gloria Gaynor, y Celia Cruz lo repitió. Y a pesar de todo, el verano llega, dijo, con no tanta maestría, don Rainer Rilke. Resulta ser que, al menos durante cuatro meses más, seguiré viviendo de las famélicas, pero nada despreciables becas. También parece que estoy en un momento de claridad para la tesis. Estoy solo y estoy feliz. Debo apretar la tuerca, encontrarme de frente con la odiada disciplina, con la talacha, pero esta vez con un poquito más de perspectiva.
Pienso en todo lo que he dejado de hacer por lamentarme, por no mirar más allá de mi nariz. Todas las oportunidades, todos los posibles YO que pudieron ser y no son. Pero no importa. No importa, porque como decía un profe de historia del arte -el buen Mexica Tiahui- las cosas pasan cuando pasan, y si no pasan, no pasan. Y ya. Hay que hacer lo que está en las propias manos para que las cosas pasen, y después, esperar. Si no pasa nada, por algo será. Pero a veces, muy de vez en cuando, las cosas pasan. Y traen consigo un poquito de perspectiva.
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