domingo, 5 de abril de 2009

Tucazo, o el origen de mi playera y mi bigote

Hoy por fin los Pumas derrotaron a la maquina de Cruz Azul; con final cardiaco, con buenos goles, con la playera sudada de tanto calor. Terminó el partido y vine al msn a ver con quién comentar. Miro la lista, y me encuentro con el nickname "por fin goooyaa, nos chingamos al azul". Sonrío, y abro una ventana inmediatamente, tratando de adivinar quien de mis amigos conocedores puso ese nick. Resultó ser D, muy reciente bloggero -se puede leer en el link nano dandy caballero, ubicado al costado izquierdo de este blog-, y puma de muchos años, tanto por inscripción como por herencia. Hablamos del partido, lo lógico, la felicidad, lo cardiaco, los goles, y recordamos que en dos semanas los pumas enfrentan al Puebla en CU. Me pregunta que a quién le voy, que sea honesto, y le contesto que espero que empaten. No me cree, y platicamos sobre orígenes. Él es puma por derecho, por herencia, por resistencia. Yo, reconozco que soy poblano por nacimiento y por mochez, Lobo -o lobezno/lobasno- por estudios, y Puma solamente por memoria. Y es que no tengo tradición puma. Mi papá, voyeur de los deportes a ultranza, mira tantos partidos como le es posible, y se maneja bajo esta máxima "No importa quién gane, lo que importa es que juegue bien, y que pierdan el américa, el monterrey y los tigres". Así que lo mismo le daba vitorear al león de tita, al cruzazul de Hermosillo y Adomaitis, o al Toluca de Cardozo. 
Debo decir que tuve una fuerte crisis de identidad futbolera durante la adolescencia. Primero Toros Neza, luego Atlas y alguna vez hasta tecos -en esa final que perdieron, hace como 5 años. Hasta que por fin, tuve una epifanía. La revelación más importante en lo que va de mi vida futbolera. El primer recuerdo, el más vívido e impactante de mi vida, del grito de gol. Tenía 5 años, y vivía en Xalapa. Una casa de dos recámaras, un hermano de 2 años y una vagoneta Ford Fairmont modelo 80 a la puerta. Era domingo, y mi papá se plantó frente a la tele, después de la Iglesia, como Dios manda. Yo jugaba un poco, pero presentía que algo bueno, algo importantísimo estaba pasando, así que me senté junto a él, también en el suelo, aún a pesar de los sillones. Del partido, de la alineación, del juego no recuerdo mucho más. De lo que sí estoy seguro es que se trasmitía por imevisión -televisora de la que mi familia y yo éramos fans declarados-, con la mejor plantilla, inigualable, de comentaristas de todos los tiempos. José Ramón Fernández, Raul Orvañanos, Francisco Javier González y Carlos Albert. Los mejores, -nada que ver con las vergüenzas wannabe sudaca de TVApesta, que por cierto se robaron el nombre del legendario DeporTV, pero bueno...
En fin, que la epifanía se remonta a ese tiro soberbio, en el minuto seis del juego de vuelta de la final de la temporada 90-91. Puedo mirar mentalmente todavía la trayectoria del balón, la línea recta, imparable, casi luminosa, y el lugar exacto en el que se incrustó en la portería. Puedo dibujar de memoria la silueta que el balón hizo en la red, pero sobre todo, puedo reproducir el grito de mi papá, sólo comparable con que le amputaran un brazo sin anestesia o que alguno de sus hijos se muriera. Puedo recordarlo y soy capaz de reproducirlo. Y lo hago cada vez que puedo, especialmente cada vez que miro un puma en la playera, y un balón a punto de cruzar la línea de meta. Grito como desesperado, como mi papá frente a la tele y generalmente junto a él. Después de todo, seguimos siendo los mismos, el tuca, mi papá y yo. Y me me alegra que sea así.


Miro el video, y me sorprende ver a tantas estrellas. Campos, Miguel España, Luis García, García Aspe. Del otro lado Zague, Adrian Chávez y Antonio Carlos Santos. Pero ninguno iguala la potencia, la furia, la garra del Tuca. Por él y porque justo cuando mi papá cumpla 48 tendré la mitad de sus años y me veré extraordinariamente parecido a como él se veía a los 24, cuando me tuvo, me quité la barba y ahora sólo me dejo el bigote. Buen argumento, no?

2 comentarios:

Ireneo Morris dijo...

es un gol inspirado, que no deja duda sobre una cuestión fundamental: hay un dios y viste de azul y oro.
El Tuca que le da con saña y puntería, Vera que se mueve justo en el instante adecuado y Chávez que vuela sabiendo de antemano que no llegará. tres actores en una bella composición.
oye y qué tal las transmisiones de imevisión, cuando Joserra tenía cabello, cuando Orvañanos no se volvía el patético estelar de televisa. ¿recuerdas que en ese canal se transmitía "En tienda y trastienda", con Ausencio Cruz y Victor Trujillo? joder, las cosas que pasarían después.
Por cierto, lamento mucho que la fiesta no fuera completa y el América, perdón, los putos del América pasaran sobre el Puebla, ni hablar. a ver en dos semanas de a cómo nos toca.
Señor guerrillero, es un honor ser parte de uno de sus posts. conserve ese buen tino bloggero y ese bigote aguamielero-tucanero.

elarboldorado dijo...

Ah imevisión ! Te apoyo no invesntes ahora los cronistas deportivos son pésimos se la pasan entre albures y malas narraciones pero bueno. Ahora se el misterio del mostachon! Yo soy PUMA por herencia pero nunca he ido a C.U a ver un partido . . . espero pronto se de eso no puedo seguir asi.


Me da gusto que escribas una vez más:)