domingo, 15 de febrero de 2009

el sabroseo como deporte

Dato imaginario que no está muy lejos de ser cierto: 9 de cada 10 hombres voltean a mirar -sea como sea la mirada- a una mujer cuando les parece atractiva. El 1 hombre restante, o está ciego -lo cual no impide que volteé, porque las mujeres también son atractivas por el olor- o de plano no le gustan las mujeres. Los lectores masculinos seguramente me darán la razón. Las mujeres -según sean muy atractivas, menos atractivas- también pueden constatarlo. Los hombres volteamos instintiva, e inevitablemente a mirar a las mujeres. 
A grandes rasgos podríamos definir esta acción como sabroseo. No hay que confundir el sabroseo con el piropo, aunque el piropo es el paso subsecuente -y lógico- al sabroseo. Así pues, podemos entender el sabroseo como mirar a una persona -sin importar el género del sujeto en el que se origina la mirada ni el del sujeto receptor- con el fin de enjuiciarla, sea por su físico, por la ropa, -o más precisamente, por cómo se le ve la ropa gracias al físico-, o con fines protosexuales y de demostración-marcación de status en cierto grupo.
Si bien, es cierto que algunas mujeres lo entienden y practican regularmente, existen algunas personas -y para ser justos, no sólo mujeres- que piensan que el sabroseo es algo vulgar, un acto de perversión propio de léperos, o peor aún, lo relacionar directamente con la digna y vilipendiada profesión de albañil. Nada más alejado de la realidad. Y me explico:
  1. Todos miran al sexo opuesto -o, en su caso, al sexo de su preferencia- constantemente. Pasa una chica y la miramos, la medimos con los ojos, nos aseguramos de que todo esté en su lugar, y en el mejor de los casos, que esté magistralmente colocado. TODOS lo hacemos. Lo hacen los profesores universitarios, los soldados, el rey de España, el maestro albañil y su chalán. Felipe Calderón y Andrés Manuel López Obrador lo hacen, cada uno a su manera. Y es precisamente eso -la manera- el segundo punto. 
  2. Mi mamá me enseñó de niño que "en la forma de pedir está el dar". La forma de sabrosear dice mucho de la formación escolar y familiar, así como del entorno en que nos movemos. Pongamos como ejemplo, precisamente al profesor universitario promedio -porque sabemos que algunos son especialmente grotescos en su forma de sabrosear- y a su grupo de alumnos menos brillantes. El profesor mira discretamente a la señorita que, inexplicable pero bellamente lleva una falda cortísima en invierno. Mira de reojo mientras pasa lista, y vuelve a mirar al menos diez veces a lo largo de la clase. Pero lo hace discretamente porque hay un par de palabritas que lo aterran: acoso sexual. Sin embargo, el sabroseo se lleva a cabo. Por otro lado, el grupo de estudiantes mira fijamente a la señorita; la rondan, le tiran sus cosas para que tenga que agacharse a levantarlas. No escatiman en miradas y de vez en cuando sueltan ruidos y frases -me viene a la mente el ay pero qué sabrrrroso, pero qué rrrrico del buen Gen-am o el típico sssssssssss. Para el caso, podemos decir que los códigos ampliados y restringidos de Bernstein también se aplican en el sabroseo -para los esquisitos, los del código ampliado son aquellos que saben adecuarse, y lo mismo miran disimuladamente que sueltan un largo y tendido siseo que les sale del alma.
  3. Pese a lo que pueda creerse, el sabroseo no representa el deseo sexual, al menos no directamente. O mejor dicho, entre más descaradamente sabroseamos a alguien, menos posibilidades tendremos de entablar una relación -o siquiera una conversación con ese/a alguien. De hecho, creo que los hombres sabroseamos más a gusto a las mujeres que nos parecen inalcanzables, sea porque no están en nuestras ligas o porque solamente van pasando. Sabroseamos a las mujeres a las que no seguiremos, no les haremos la plática, etc. Así que no hay nada más vergonzoso que encontrarse a una persona a la que hemos sabroseado, o mejor dicho, a una persona que nos ha torcido -es decir sorprendido- sabroseándola, y tener que hablar como si nada hubiera pasado por alguna terrible circunstancia.
  4. Un sabroseo con intención de algo más, y sobre todo con posibilidades, ya no es sabroseo, sino que se vuelve coqueteo o flirteo. El sabroseo es la mayor demostración de la desesperanza en las relaciones con el sexo opuesto.
Así que la próxima vez que sabrosee discretamente a alguien, piense en esto. ¿De verdad quiero manejar un código restringido de sabroseo? ¿Me perderé la posibilidad de soltar un piropo, o de sisear mientras un ejemplar de colección del sexo opuesto pasa frente a mí? Yo le recomiendo que amplíe sus horizontes, que pruebe cosas nuevas, que piense formas novedosas de sabrosear. Ya verá que así sabrosear es más sabroso

2 comentarios:

Areli dijo...

jajajajajaja!!
Excelente guía para el sabroseo!! Sólo creo que faltó hacer una diferenciación entre el sabroseo -en efecto, frecuentemente relacionada con lo vulgar- y el bizcocheo. A mí los dos términos me los enseñó el joven, cuando nos la pasábamos bizcocheando en el colmets -lugar perfecto para bizcochear-. Y es que bizcochear es sólo mirar, es el acto previo para sabrosear -aunque uno regularmente se queda en este punto-.
Por mi experiencia, te puedo decir que los mejores sabroseadores son los taxistas. Son expertos en el arte; saben hacerlo de tal forma que no quieras bajarte con el auto en movimiento para espapar del pervertido, sino que, regularmente te hacen el día, y con suerte, hasta alcanzan propina. Son sutiles, caballeros y saben vincular el sabroseo con la conversación -o viceversa-. Nadi tiene la mejor anécdota al respecto.
Acá mi bonito ejemplo: -¿y a donde va tan guapa, señorita? (punto en el que temes ir con un pervertido), uno toma aire y contesta con naturalidad: -a la maestría. -Ah, o sea que no es sólo una cara bonita!! (ma-gis-tral!!!) Ese es el piropo que más me puede. Me lo dijo mi profe de inglés y un taxista. Uno, después de eso acepta comentarios sobre si a uno le quedan bien o no los lentes, sobre el tráfico, sobre la ex del taxista... Pero sobre todo, uno llega a su clase más odiada en la vida con la sonrisa de oreja a oreja.
Me quito en sombrero con los sabroseos de los taxistas!!!

LSz. dijo...

El bizcocheo es una manera de conservar el orgullo? ¿de no ser el albañil? ¿de deshacerse del temor al acoso seXual?; Jo, vaya sabroseos!

Me he quedado risueño S. He pensado también en que todos lo necesitamos. La mirada transforma lo que mira, lo hace, así las cosas vistas, "más sabroso" ¿qué no?

nermant