De los algunos poetas que conozco, pocos me han parecido tan interesantes como Álvaro Solís. La primera vez que escuché de él fue en su presentación de Solisón, a la que asistí por rebote y donde no compré el libro. Recuerdo que me senté entre los del taller de Anaya, y vi -casi con disgusto- cómo Sebas le pedía que le dedicara el libro. Hoy, me arrepiento rotundamente, porque conseguí su libro y me encantaría que me lo dedicara.
Conozco poco a Álvaro, pero lo conozco. He estado unas cuantas veces en su casa, y lo he saludado con un abrazo algunas otras. Lo he mirado atentamente sin que me mire, y creo que es un gran tipo. Tal vez él no lo sepa, pero lo admiro, por ser ante todo poeta. Un poeta entero, raro si cabe decirlo, que no se abstrae del jaloneo de los nombres puestos en anuncios, pero que está ahí nada más que por su obra. Su trabajo que es constante, que es dulce, o amargo, pero siempre sin demasiadas pretenciones. Es un poeta.
Si el lector no lo ha notado, existe un link aquí juntito, en la barra de los compañeros en la milicia. Si alguna vez ha dudado, no lo vuelva a hacer. Es muy bueno. Visítelo. Como aliciente, un poema de Álvaro, que me encanta. Saluut Álvaro, si es que te enteras que aquí está tu poema.
QUÉ DETESTABLE AQUEL QUE LLORA EN PÚBLICO
Abundan en funerales
o en esquinas llorosas novias, que sin decir palabra,
esperan retener al que ya desde antes, y aún estando, se ha ido.
Y los niños que lloran sus primeros días de kinder
sin saber que no se debe desperdiciar el llanto,
porque el amor reclamará esas lágrimas
y la muerte exigirá su cuota
de dolor podrido, de dolor a sombra,
cuando el sepulturero comience a cavar la fosa de quien más se ama.
Que detestable aquel que llora de hambre
pidiendo dinero en una esquina
exhibiendo el brazo mutilado,
tocando horriblemente la armónica
que llora de pena ante su mal sonido.
Yo prefiero la soledad de mi casa para llorar a gritos,
enjuago mis lágrimas con kleenex, me tiro a la cama,
pataleo y hasta rompo algún tiliche que hace tiempo no uso.
Lloro, sí, lloro con elegancia,
y mi dolor no es menos
de aquel que llora en público.
2 comentarios:
claro.Suscribo y añado lo siguiente del mismo Álvaro Ortíz: "vivo la frustración/de no tener lo que me place,/vivo la soledad/ de no dormir acompañado [...] lo digo:/ la felicidad está en otra parte."
Solís, perdón.
Publicar un comentario