y la respuesta
Me da pena ajena el comentario de Aguinaga, es notable su incapacidad de comprensión de la lectura, e igual incapacidad de reflexión; él considera lo que supone como una verdad, “me parece”, dice, y ya porque le parece ¿es un hecho? En ningún momento digo que “todos” (como él supone) los jóvenes del 68 leían lo que ahí cito, implícitamente hablo de mí y de mis amigos, y sí, sí entendíamos las letras del rock en inglés, sobre todo los muchos norteños fronterizos que crecimos siendo bilingües y que participamos en el Movimiento Estudiantil del 68 (como mi paisano chihuahuense Eligio que ahí menciono). En ningún momento digo que la “causa” fuera “inobjetable” (otra suposición de Aguinaga) por leer a los autores que leíamos. Y si para Aguinaga traducir “ojos claros” en lugar “ojos azules” es “falsear”, su ignorancia empieza en no saber que traducir significa traicionar, por lo demás, ¿al leer “ojos claros” él se los imagina negros? Y hasta se contradice (¿no se da cuenta?): “Lo que empaña su recuerdo… [se supone que se refiere a mi recuerdo] es embellecer el pasado y estilizar la crudeza de una experiencia que fue bella por ser tal como fue”; si la experiencia “fue bella”, ¿qué pecado hay en “embellecerla”. No conozco la edad de Aguinaga, ¿vivió y presenció los hechos del 68?
Saludos a los lectores
José Vicente Anaya
En fin, esperemos más del chisme, aunque probablemente ahí quede todo. Uno nunca sabe a ciencia cierta, pero el vicenteo sigue.
Este artículo de José Vicente Anaya, emocionado y generoso, me parece al mismo tiempo muy proclive a la idealización y a cierta especie de optimismo retrospectivo que, mucho me temo, falsea la realidad en última instancia. Es como si documentar que los jóvenes de 1968 leían a Rimbaud y oían a los Doors probara ipso facto que su causa era inobjetable. Por lo demás, ¿de verdad oían a los Doors y leían a Rimbaud todos los jóvenes del 68? Quiero decir: cuando sonaba “Light My Fire” en la radio, ¿de verdad todos los muchachos de la época entendían las letras? Por supuesto que no. Y saberlo no empaña su recuerdo. Lo que sí empaña su recuerdo -el recuerdo de aquellos jóvenes, que merecen toda mi admiración- es embellecer el pasado y estilizar la crudeza de una experiencia que fue bella por ser tal como fue. ¿No es curioso leer que la letra de “A Hard Rain’s A-Gonna Fall”, de Bob Dylan, donde la voz cantante repetidamente se dirige a su “blue-eyed son”, esto es: a su hijo de ojos azules, en el texto de Anaya de pronto sea como un diálogo con el “hijo de ojos claros”? ¿No es falsear un poco las cosas eliminar el “azul” de unos ojos en pro de unos “ojos claros” que se pierden en las afueras de la realidad?
En todo caso, saludos desde Guadalajara.