sábado, 11 de octubre de 2008

grande y dorado, amigos

Pongo el comentario que hice a un post del buen renato
Hay que confesar dos cosas:
1. Envejecemos, sobre todo los domingos. Eso lo dijo Gómez de la Serna, a quien nunca recuerdo haber leído, y sin embargo me conmueve al repetirlo -Estaba casi seguro que lo había leído en Vallejo, o en Nicanor Parra, pero bueno. Envejecemos. O si se quiere, nos hacemos señores. Caballeros de bien, le hacemos caso a nuestros padres, a nuestras madres, y lidiamos contra el mundo. Sin muchas ganas, pero lo hacemos. Porque no somos cobardes, seguimos trabajando. Porque no somos de los que retrocedemos -aunque parezca lo contrario.
2. Nadie tan bueno para confesarse como Bonifaz Nuño. "No me ilusiono, admito, es de mi gusto..." somos adictos. Simples junkies del café. Hay que decir que empezamos -como con otras tantas cosas- por pose. Porque los intelectuales toman café. Pero ahora, simplemente no somos sin él. No hay pose, hay necesidad. Y de los males, el menos. Termino este comentario, que deberá ser post, con el final del poema XV de fuego de pobres, del gran gran gran Bonifaz Nuño:

Tú, compañero, cómplice que llevo dentro
de todos, junto a mí, lo sabes.
Hermano de trabajos que caminas
en hombres y mujeres, apretado
como la carne contra el hueso,
y vives, sudas y alborotas
en mí y conmigo y para mí y contigo.

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