Tres cosas me rondan por la cabeza hoy. Las tres están en el título, y espero que se hermanen o se mezclen milagrosamente en este post. Definitivamente hacen falta los milagros. Primero lo primero: Maradona dirigirá a la Selección Argentina. Y lo dirigirá junto con Carlos Bilardo, técnico de la selección del mundial 86. La noticia me sorprendió en casa, sentado en el sillón y hojeando la revista "los perros del alba" que Gina me dio y de la que vendo algunos ejemplares en la secu donde doy clases. Lo escuché en la radio, en el programa que es costumbre desde que mi mamá lo encontrara hace unos cuantos años: de una a tres con Jacobo Zabludowski. La nota la dio Marcelo Luis Ojeda, quien generalmente habla de cosas de política y economía del cono sur, pero que al diez para las tres llamó para confirmar el rumor de Maradona. Domiguez Muro, el titular de la plana de deportes del programa de radio, se mostró sorprendido. "...Esto es darle la Iglesia a Lutero..." fueron sus palabras, que por lo demás me ofendieron un poquito, ya que creo que Maradona, como Lutero, será un buen cambio. Sabemos de antemano que Maradona no dirigirá solo, y que sus funciones se limitarán a animar a sus jugadores, a darles la confianza necesaria. A echarles una manita, digamos.
El comentario radial terminó con el apunte de que Bilardo y Maradona se apoyarán en José Luis Brown y Sergio Batista, jugadores del mismo equipo ochentayseis. El comentarista lo llamó: La consolidación de la generación de los ochenta.
Para ser honestos -y de paso hilvanar un poco las ideas- lo de Maradona no me sorprende demasiado. Desde sus míticas actuaciones -de las cuales sólo me tocaron los últimos resabios- pareciera que el solo nombre Maradona podría solucionarlo todo en Argentina. No sería raro que en unos cuantos años -luego de coronar campeona a la albiceleste- se postule para presidente. Quien sabe, tal vez si pusieran su imagen en el peso argentino, la crisis mundial se arreglaría.
Lo que me impactó de verdad fue el término: La generación de los ochenta. Y me impactó justo porque tenía los perros del alba, abierta exactamente en la editorial de Anuar Jálife. A pesar de que el término es últimamente muy socorrido, pocos me habían convencido hasta entonces de que SU generación de los ochentas era también la mía. Es difícil de explicar, pero creo que lo de las lecturas televisivas me convence y me conmueve. Y sobre todo, esa atmósfera de tartamudez, de no saber decir del todo, y sólo sugerir, como a regañadientes, como si fuera un premio de consolación. Es eso, y la portada tan deliciosa -y que conste que no tengo que ver nada con nadie- lo que me acerca a su estética. Es un poco saber que alguien más que juega a las literaturas, tiene también a Oliver Atom corriendo incansable en su fuero interno.
En fin, que los ochenta y sus hijos están -estamos- vivos, como tartamudos en el mundo de los tuertos, esperando que haya algo que esperar, y que el hijo predilecto, el hércules de la gambeta nos rescate a todos. A los perros, y a los niños. Que vuelvan, pues, a haber milagros.
1 comentario:
Me gustaría ver la crisis mundial solucionada por la imagen de Maradona en alguna moneda.
Sin embargo se entraría en una paradoja lógica, porque alguien preguntaría: "tenemos que pagar impuestos?" Y alguien contestaría: "Dénme una moneda", la examinaría y después de un rato preguntaría: "de quién son esta imagen e inscripción?" El que le dio la moneda diría: "de Maradona", el que examinó la moneda diría: "dénle pues, lo que es de Maradona a Maradona y a Maradona lo que es de..." Y ahí es donde nos volarían las cabezas a todos...
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