You are nobody 'til somebody loves you
the supremes
Mira, las mujeres van y vienen, lo que importa es el dinero
Renato García
Hoy he descubierto el engaño. Me di cuenta hoy, sentado en la biblioteca, tratando de emparejarme en menesteres laborales, escribiendo como loco palabras de otro. Y me di cuenta cuando ella, una morenaza de no más de veinte, hermosa como pocas, ojos brillantes boca pequeñita, grupa apretada como en el poema, a quien he rondado silenciosamente ya desde hace un mes, silenciosamente porque me muero de la pena frente a ella, y porque los días en que he ido decidido a invitarle un café y dos más nomás no aparece. En fin, que ya ni siquiera me acordaba de rondarla, porque sus clases son a la misma hora que las mías, y porque desaparecía tan pronto terminaban, pero hoy, por fin, llegó a la biblioteca, justo a las 19.05, con una blusa a rayas gruesas, blanco y negro, y una bufandita amarilla. La vi, y me puse nervioso, sentí como el color rojo me subía por la cara, y de pronto no podía ver las letritas del libro que tengo que traducir. Se acercó a la mesa en la que yo me sentaba y se sentó frente a mí, en el ángulo justo para quedar detrás del libro que miraba sin entender nada. Yo intenté recomponer el rumbo, escribir bien, rápido, retomar el ritmo, pero la tenía en frente y ni siquiera me animaba a mirarla. Dieron las ocho, y ella y yo escribíamos, cada quién sus cosas. Traté de construir mi guión, la esperaría hasta que saliera, y entonces le invitaría un café. O tal vez olvidaría voluntariamente un lápiz, una libreta, y saldría a dar una vuelta para después regresar y preguntarle por mi lápiz.
Una cosa era segura, tenía que invitarle un café. Invitarle, como en los mejores tiempos, decir yo pago. Entonces, busqué en la bolsa, y seis pesos sonaron, tristes, amargos. Seis pesos que no servían ni para tomarme yo mismo un café. Me levanté de la mesa de la biblioteca, me puse mi gorra, y salí. Porque no podía invitar a nadie con seis pesos. Premio de consolación, puse música para el camino y lo primero que sonó fue Jamie Cullum cantando "you are nobody 'til somebody loves you". Patéticamente repetí en voz baja:
Youre nobody till somebody loves you/ Youre nobody till somebody cares/ You might be king/ You might possess/ The world and all its gold/ But gold wont bring you happiness/ When youre growing old/
y de inmediato escuché clarito al Renato diciéndome, naaaaaaaaah, las mujeres van y vienen, lo que importa es el dinero. No sé si categóricamente sea cierto, pero al menos a mí me faltó el dinero para invitarle un café a la chica más hermosa de la biblioteca a las 19.55. Pero mañana me pagan y espero la revancha.
Una cosa era segura, tenía que invitarle un café. Invitarle, como en los mejores tiempos, decir yo pago. Entonces, busqué en la bolsa, y seis pesos sonaron, tristes, amargos. Seis pesos que no servían ni para tomarme yo mismo un café. Me levanté de la mesa de la biblioteca, me puse mi gorra, y salí. Porque no podía invitar a nadie con seis pesos. Premio de consolación, puse música para el camino y lo primero que sonó fue Jamie Cullum cantando "you are nobody 'til somebody loves you". Patéticamente repetí en voz baja:
Youre nobody till somebody loves you/ Youre nobody till somebody cares/ You might be king/ You might possess/ The world and all its gold/ But gold wont bring you happiness/ When youre growing old/
y de inmediato escuché clarito al Renato diciéndome, naaaaaaaaah, las mujeres van y vienen, lo que importa es el dinero. No sé si categóricamente sea cierto, pero al menos a mí me faltó el dinero para invitarle un café a la chica más hermosa de la biblioteca a las 19.55. Pero mañana me pagan y espero la revancha.
3 comentarios:
Si de eso se trata yo te presto dinero cuando quieras, no mucho porque tampoco tengo, pero sí lo suficiente pa que le invites a la chica aquella un café o dos, o tal vez tres.
Un abrazo,
Dynr.
Hay chicas que vienen y van pero hay otras que se quedan indefinidamente aun cuando no te lo esperes, todo depende de ti, de ellas, de la química en buena medida. No le hagas caso a Renato que yo dudo que sepa mucho sobre cuestiones de mujeres, jaja.
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