jueves, 20 de febrero de 2014

Recuerdos de Matrimonio. Un poema de Enrique Lihn

Para contrarrestar el hecho de que llevo ya un buen rato obsesionado con la poesía Watanabe, hoy retomé la lectura de Enrique Lihn, un poeta que, la verdad, no me gustaba mucho. Básicamente me cuesta mucho trabajo seguir su ritmo de pensamiento y la manera en la que pasa de una imagen a otra sin demasiada relación lógica. Aun así, he encontrado un par de poemas que quiero transcribir aquí. Empiezo con este, "Recuerdos de matrimonio", porque lo ligo un poco con la búsqueda de A que, por fin, llegó a buen puerto.


Recuerdos de Matrimonio 

Buscábamos un subsuelo donde vivir,
cualquier lugar que no fuera una casa de huéspedes. El paraíso perdido
tomaba ahora su verdadero aspecto: uno de esos pequeños departamentos
que se arriendan por un precio todavía razonable
pero a las seis de la mañana. "Ayer no más lo tomó un matrimonio joven".
Mientras íbamos y veníamos en la oscuridad en direcciones capciosas.
El hombre es un lobo para el hombre y el lobo una dueña de casa de pensión con los dientes cariados, húmeda en las axilas, dudosamente viuda.
Y allí donde el periódico nos invitaba a vivir se alzaba un abismo de tres pisos:
Un nuevo foco de corrupción conyugal.

Mientras íbamos y veníamos en la oscuridad, más distantes el uno del otro a cada paso
ellos ya no estaban allí, estableciendo su nido sobre una base sólida,
ganándose la simpatía del conserje, tan hosco con los extraños como ansioso de inspirarles gratitud filial.
"No se les habrá escapado nada. Seguramente el nuevo ascensorista recibió una propina"
"La pareja ideal". A la hora justa. En el momento oportuno.
De ellos, los invisibles, sólo alcanzábamos a sentir su futura presencia en el cuarto vacío:
nuestras sombras tomadas de la mano entre los primeros brotes de sol en el parquet.
un remanso de blanca luz nupcial.

"Pueden verlo, si quieren
pero han llegado tarde"
Se nos haría tarde.
Se hacía tarde en todo.
Para siempre.

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