lunes, 27 de febrero de 2012

Una de tantas "décimas a una veracruzana"

Como sabrán lxs queridxs lectores y lectoras –probablemente hasta mejor que yo, disculpen– la décima espinela es una estructura de poema fijo que se utiliza mucho en ámbitos populares a lo largo el mundo hispanohablante y que, al menos en principio, consta de 10 –o más, si se construyen seguidillas– versos octosílabos con rimas ABBAACCDDC. Si bien décimas cubanas son de las más celebradas –tanto que hasta tienen su instituto de la décima, en la que mucho tiene que ver el máster Waldo Leyva–, también en Veracruz –y en Yucatán, Guerrero, Oaxaca y las Huastecas– se declaran las décimas. 
Quien haya visto a un decimero o a un improvisador declarar sus versos, sabrá conmigo que esa capacidad de improvisar en estructura fija y hacerlo, además, con picardía, es altamente envidiable. Pero como la envidia no es buena, mejor he pactado con una poeta veracruzana –para hacer el ejercicio más genuino– un intercambio de décimas, para ver si en una de esas aprendemos a decirnos nuestras cosas en verso medido. 
Llevamos hasta ahora 12 décimas, algunas buenas, otras no tanto. Varias equivocaciones, también. Varias rimas fáciles. Pero también momentos muy ricos –como que mi adversario de décimas me haya echado versos con rimas de "parapente" y "tizne"–, entre los cuales quiero contar la décima que, justo hace unos minutos acabo de terminar. No es improvisada al momento, pero me he autoimpuesto la regla de hacerla en menos de cinco minutos.
Me siento optimista como para creer que, si mantenemos la disciplina, tendremos la suficiente práctica como para intentar improvisarnos unas décimas en la próxima fiesta en la que coincidamos. Va mi ejercicio.

Cuando se alce la mañana
con sus caricias de albores
y en tus mejillas, colores
te den el tono de ufana,
no cantes victoria, hermana,
que la arrogancia no es buena.
Si bien, la hermosura plena
sobre tu cuerpo es abrigo,
se vería mejor conmigo
quitada de toda pena.

Por cierto, que si quedara en mí la capacidad de decidir, declararía, aunque no es seguidilla, esta décima antes de cantar el butaquito –y de paso, mirar la gran apología de la lectura de poesía que hace el vato de mono blanco–.

1 comentario:

le consentement tacite dijo...

Abucheo para mí, apenas lo veo XD