Ayer llovió mucho y estaba cantado [...] que hacía falta un juego de la lluvia. Sin embargo, no fue hasta la noche que tuve tiempo de hacerlo. Acá lo pongo.
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Soy Samuel. Mejor dicho, me llamo Samuel, aunque a veces me han llamado Saúl, Salomón, Ashby, Mómox. Tengo dos hermanos, dos apellidos y casi veinticuatro años. Si hubiera podido elegir mi nombre, me hubiera gustado ser Santiago. Sant Yago, San Diego, San Jakob.
Soy cristiano. O mejor dicho, creo en Dios-todopoderoso-creador-del-cielo-y-de-la-tierra, creo en Cristo y Su resurrección. Tengo fe en la gracia, la misericordia, el amor de Dios, pero dudo de los hombres.
Soy cobarde. O mejor dicho, me da miedo caerme en una alcantarilla mal tapada cuando camino por las banquetas, quedarme ciego o sordo o paralítico, o que me vuelvan a asaltar y me roben todo lo que tengo. Lo que me queda. No me da miedo morirme, tengo miedo de seguir vivo y que pase el tiempo y no pase nada. Nada. Le tengo miedo a las mujeres demasiado hermosas, a quererlas y que no me quieran, al fracaso, a terminar acostumbrándome al fracaso. A la costumbre a secas.
Soy músico amateur. O mejor dicho, amo la música como no amo a nadie, como no podría amar a nadie. Escucho atentamente las canciones que me gustan pero no logro memorizar sus letras. Toco la guitarra, la trompeta, los tambores. Hice una canción con el piano de mi hermana, y otra con el cuatro de mi tío. Me gusta cantar, pero hice una promesa de no hacerlo en público. No pretendo gran cosa con la música que hago, pero me gusta que le guste a la gente que conozco. A la gente que me importa.
Soy poeta. O mejor dicho, me gusta leer poemas, traducirlos, recortar algunas líneas para escribirlas en un cuaderno. A veces escribo poemas, pero me avergüenza mostrarlos. Me contradigo regularmente, lastimo a la gente que quiero y me quiere, me lastiman, escribo poemas al respecto. A veces los poemas tienen poesía. A veces la poesía se parece a una mujer de labios dulces, de cabello rizado, de pechos pequeñitos. A veces es el pan recién horneado en casa de mis padres, un gol de Maradona, el prólogo de una pierna. A veces no es nada, y no importa.
Soy Samuel y tengo veintitrés años, once meses y 18 días, y a veces verdaderamente me preocupa no saber quien soy. O qué. O quiénes.
1 comentario:
las últimas son muy buenas preguntas
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