jueves, 16 de abril de 2009

Restless Farewell o una pequeña plática con mis perros

Si bien, estoy a 10 discos de tener completa mi discografía, éste no es un post de homenaje a Bob Dylan -prometí ver la película más reciente y tener toda la discografía antes de postear en su honor. Simplemente quiero poner la canción, y explicar -a medias, obviamente- por qué la pongo.
Cómo he dicho en posts anteriores, estoy solo en casa de mis padres, haciéndola de velador y de cuidador de perros, además de la frecuente y maltrecha labor de tesista que me asedia desde hace ya un año. No tengo dinero, no tengo a donde ir, no conozco a mis vecinos y nadie que conozca tiene teléfono de casa para llamarle -llamadas ilimitadas en casa, qué desperdicio-, por lo que lo único que hago es mirar tele, leer, bajar música, pasear a los perros, cocinar y vigilar que la comida que está en el refri se eche a perder, es decir, comer aquello que peligra.
Y bueno, también escucho música. Todo el tiempo, hasta cuando no hay música sonando, la escucho en mi cabeza. Antier, mientras llevaba a las perras en paseo matutino, escuché mentalmente Restless Farewell de Bob Dylan, una de las tantas canciones suyas que me conmueven. Seguía caminando, y comencé a pensar en la parte de la letra que más me conmueve:

Oh ev'ry girl that ever I've touched, I did not do it harmfully. And ev'ry girl that ever I've hurt, I did not do it knowin'ly. But to remain as friends and make amends You need the time and stay behind...

Me gusta, me gusta el beat super lento de la canción. Me gusta el tono de confesión, y sobre todo, el hecho de que refleja que en el fondo, todos los hombres -y todas las mujeres- somos patanes en la vida. A veces nos toca ser patanes, a veces soportar. Pero siempre está la patanería. Y hay de dos sopas, o nos asumimos como patanes, o intentamos no serlo. Es decir, ir contra natura. Personalmente me identifico con los segundos, porque suelo adoptar una actitud lastimera -a veces demasiado quejumbrosa-, y doy la apariencia de que en el fondo me ha ido tan mal que intento corregir eso. Lo cual no hace sino lastimar más al final, pues no sólo hay que soportar la patanería, sino también el desengaño.
Every girl that ever I've hurt, I did not do it knowingly. Eso no le resta profundidad a la herida, ni responsabilidad al causante -en este caso, el señor Zimmerman-, sino simplemente da cuenta de que al final, cuando nos toca, nos toca. Aún sin la intención, nos toca.
Todo esto mientras caminamos, mis dos perras, una schnauser y una pastor alemán. Me sorprendo hablando en voz alta, esperando que ellas me escuchen y me entiendan. Y sé que me entienden. Después de todo, ellas son unas perras, y en este momento, siento que yo también.



p.s. Aunque el video es muy bonito, no contiene la versión original que viene en The times are changing. Aquella es mucho más lenta. No la puse porque aunque estaba en el youtube, no tenía video.

1 comentario:

Areli dijo...

Hay otra opción de la patanería. Ser patán cuando sabes que el otro será patán, entonces a veces se es para adelantarse. ¿Sabes? durante mi retiro espiritual en Chenalhó pensé que dejaría de pensar y ya sólo vería mi vida como en una peli, un tanto para evitar sentirme triste. Pero tu post me ha entristecido muchísimo, muchísimo, acaso por la tremenda carga de verdad que conlleva...
Y porque es una canción de Bob Dylan