Este post es básicamente para conjurarme las ganas de haber estado en el concierto de Béla Fleck. Intento no pensar en eso, pero lo cierto es que he estado escuchando mentalmente algunas canciones, pensando en que hubiera hecho el correspondiente -uuuh, aaaah en la canción de The flight of the cosmic hippo, y que hubiera sido inmensamente feliz.
Pero, no fui. No fui porque los boletos de cincuenta pesos se acabaron y era una burla que te ofrecieran por 100 pesos más un lugar en el asiento de adelante. En fin, ayer, después de haber esperado algún milagrito que me colara al San Pedro, intenté sacar una especie de perfil de los asistentes. Alumnos friquis de música. Estudihambres que con esfuerzo y antelación se compraron su boleto. Parejas pipopes que no tienen una idea de lo que pasará, pero van porque pueden, porque quieren sentirse cultos. Los así llamados "animadores culturales" de Puebla, que se pasean por la entrada mostrándonos a todos su gafet. Señoras copetonas que, como sus hijos pipopes van porque pueden. Y yo, que me considero digno seguidor de los Flecktones, que pude haber estado pasmado frente a la prestidigitación del banjo y voz de Béla Fleck, que ni siquiera puedo imaginarme cómo es que Wooten hace tantos malabares, que no sé cómo funciona la chacharita de percusiones de Roy Wooten, y todos los etcéteras de las rolas. Yo, me quedé afuera. Para ser honestos, tuve que pagar el gas en vez de ir al concierto.
Premio de consolación: Futbol rápido y nocturno, la promesa de un torneo y unos tacos en la suprema salsa. Y un disco con los flecktones que suena taaan amargo.
Pero, no fui. No fui porque los boletos de cincuenta pesos se acabaron y era una burla que te ofrecieran por 100 pesos más un lugar en el asiento de adelante. En fin, ayer, después de haber esperado algún milagrito que me colara al San Pedro, intenté sacar una especie de perfil de los asistentes. Alumnos friquis de música. Estudihambres que con esfuerzo y antelación se compraron su boleto. Parejas pipopes que no tienen una idea de lo que pasará, pero van porque pueden, porque quieren sentirse cultos. Los así llamados "animadores culturales" de Puebla, que se pasean por la entrada mostrándonos a todos su gafet. Señoras copetonas que, como sus hijos pipopes van porque pueden. Y yo, que me considero digno seguidor de los Flecktones, que pude haber estado pasmado frente a la prestidigitación del banjo y voz de Béla Fleck, que ni siquiera puedo imaginarme cómo es que Wooten hace tantos malabares, que no sé cómo funciona la chacharita de percusiones de Roy Wooten, y todos los etcéteras de las rolas. Yo, me quedé afuera. Para ser honestos, tuve que pagar el gas en vez de ir al concierto.
Premio de consolación: Futbol rápido y nocturno, la promesa de un torneo y unos tacos en la suprema salsa. Y un disco con los flecktones que suena taaan amargo.
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